María José, Virgen consagrada, catedrática en la Facultad de Ciencias Sociales de Sevilla, Doctora en Ciencias del Trabajo. Promotora y porta voz de la Plataforma Ciudadana de Personas Mayores y Dependientes (PCMyD) de la comarca.
Resulta difícil exponer en unas líneas la acción de Dios en la vida de una persona. Por mi parte, no tendría suficiente con miles de páginas para poder narrar el Amor que desde muy joven el Señor me ha mostrado. Desde entonces supe que se había fijado en mí y que me buscaba de una manera especial; yo, al menos, me sentía su predilecta, única para Él, y por ello le he profesado siempre una enorme gratitud así como el deseo de corresponderle, siendo exclusivamente para Él, de lo cual nunca me he arrepentido.
A partir de mi experiencia puedo decir que el Señor me ha permitido descubrir que es Él quien toma la iniciativa en nuestra vida (él nos primerea, como dice el papa Francisco); es Él quien nos precede en toda ocasión, abriendo caminos en el desierto y rotulando senderos por donde transitar a través de la historia de salvación que hace con cada uno y en la que nada sucede por casualidad; los acontecimientos, favorables o adversos, son un medio para experimentar su misericordia.
Debo decir que, providencialmente, mi vida ha ido transcurriendo por diferentes etapas personales y profesionales, algunas de ellas nada fáciles, teniendo que emprender caminos y proyectos desconocidos, tanto a nivel personal como profesional; encontrándome en ocasiones frente a verdaderos retos y desafíos, especialmente durante los largos años de trabajo en el mundo de la exclusión y la pobreza. Sin embargo, puedo afirmar que, tanto entonces como ahora, trabajando como docente en la universidad, y a lo largo de toda mi vida, tanto en los momentos de certeza como de incertidumbre, en las mejores y en las peores circunstancias, en la luz y en la oscuridad, siempre he sentido su presencia, apoyo y guía; porque quien se apoya en el Señor no se siente nunca solo ni defraudado, porque Él constituye el verdadero punto de apoyo y se le encuentra siempre que se le busca, haciéndose presente a través de acontecimientos y de personas.
Yo se por propia experiencia que Jesucristo siempre responde si creemos y nos fiamos de Él. Me gustaría gritar a los cuatro vientos que lo mejor que me ha pasado ha sido encontrarme con Él y que me llamara a la consagración. Él ha guardado siempre mis pasos, y haberlo conocido ha supuesto hallar el verdadero tesoro, lo mejor que me ha sucedido.
En definitiva, a partir de mis vivencias, puedo afirmar que el Señor nos ama a cada uno tal y como somos, en toda circunstancia, sin pedirnos nada a cambio, de manera gratuita, puesto que su Amor no pone condiciones ni tiene medida y su alianza con cada uno de nosotros es para siempre.
María José Vázquez Fernández .
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