En Barbastro. Detrás, la pintura de los mártires |
Algunos prebíteros hemos aprovechado tres días de esta semana in albis para visitar dos lugares muy significativos: Barbastro y Zaragoza. Lugares donde el testimonio de varios cristianos ha dejado patente la victoria de Cristo sobre la muerte y que con Él y en Él tenemos vida eterna.
En la localidad de Barbastro, Huesca, se encuentra el Museo de los Mártires Claretianos. Un lugar donde se pueden ver las pertenencias, cartas e incluso los restos mortales del grupo de 51 religiosos claretianos que murieron a causa de su fe durante la persecución religiosa en el s. XX.
En uno de los escritos, de puño y letra de uno de los mártires, se puede leer: “Morimos todos contentos, sin que nadie sienta desmayos ni pesares, morimos todos rogando a Dios que la sangre que caiga de nuestras heridas no sea sangre que pide venganza sino de perdón..."
En Zaragoza, como no puede ser de otra manera, es visita “obligatoria” a la Virgen del Pilar. También la Basílica de Santa Engracia, donde se encuentran los mártires del s. IV, de la persecución de Diocleciano.
La visita a estos lugares, en este tiempo de Pascua, fortalece la fe en Jesucristo. Porque solo el que lleva dentro “vida eterna”, puede entregar, dar su vida, puede vivir la fe, perdonar… Si Cristo no hubiera resucitado, no habría mártires del s. IV, no habría mártires del s. XX, no habría la Virgen del Pilar, no habría Pascua.
Cristo ha resucitado. Y porque Cristo ha resucitado podemos vivir contento y con la certeza de que nuestro destino no es la muerte. Estamos hechos para Dios, estamos hechos para el cielo.
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