PARROQUIA SAN SEBASTIÁN DE POZOBLANCO

sábado, 28 de abril de 2018

El noviazgo una etapa fundamental (I)


 Como ya hemos adelantado hace unos días, queremos ofrecer algunos testimonios sobre el noviazgo. Un período precioso, que prepara la realización de algo muy grande y santo: el matrimonio y la familia. El noviazgo cristiano es una etapa fundamental. Motivo por el cual no se puede vivir irresponsáblemente, en forma trivial, vana, puramente placentera... 

El matrimonio es el período de entrega, y el noviazgo es el período de discernimiento.  

Agradecemos a los que se han animado a responder a nuestra petición. 

Raúl y Myriam

Soy Myriam, tengo 32 años, soy Hematóloga y vivo mi fe en una Comunidad del Camino Neocatecumenal. Nos casamos el próximo 8 de septiembre. 
Conocí a Raúl el Viernes Santo de 2017 en una comida antes de los Oficios de ese día. A esa comida fui invitada por una mujer como agradecimiento tras haber ido a ver a su padre ingresado en el Hospital donde yo estaba trabajando en ese momento. Raúl llegó el último y sus palabras de agradecimiento al dueño de la casa, porque también le habían invitado, hicieron que me volviese, porque estaba de espaldas, y durante unos segundos nos miramos fijamente y sentí algo especial. A lo largo de la comida estuvimos hablando y sentí que Dios me había presentado a ese hombre en medio de gente que no conocía. Yo llevaba 3 años sin quedar con ningún chico y pedía a Dios, por las mañanas en Laudes y antes de dormir, que me regalase al hombre de mi vida si la vocación que tenía preparada para mí era el Matrimonio. Y si no era eso que quitará de mi corazón ese deseo y sembrara lo que Él tenía preparado. 
También recé a San José, porque admiro su obediencia a Dios y su cuidado a la Virgen María. Durante estos 3 años la mayor parte de mi tiempo estaba ocupado por el trabajo y me sentía bien y contenta con lo que hacía pero tenía un vacío en el fondo de mi corazón, a nivel personal no me sentía realizada. Comencé a descubrir que lo fundamental era ser feliz con lo que Dios me daba en cada momento, estar al servicio de los demás. Descubrí que en mi vida lo primero tenía que ser Dios, Dios el centro de mi vida y después todo lo demás. Muchas amigas me presentaron a chicos pero nunca surgió nada.

Bueno, tras la comida del Viernes Santo, Raúl y yo nos volvimos a ver preparando la Iglesia para la Pascua. El Domingo de Resurrección recibí un mensaje suyo y a partir de ahí empezamos a conocernos. Éramos los dos de la misma Parroquia pero nunca nos habíamos visto. A partir de ahí empezamos a quedar todas las semanas y yo sentí que antes de comenzar a salir quería ser honesta con él, y aunque tenía miedo, le conté mi historia, mi pasado, mis debilidades, mis limitaciones y mi sorpresa fue que él dio un paso hacia delante y me invitó a comer a casa de sus abuelos. Ahí sentí el amor de Dios. Donde a mí me costaba amarme, Dios me amaba. Yo sentí el amor de Dios a través de Raúl que también me quería a pesar de todas mis cosas.


En Mayo comenzamos a rezar el Rosario juntos y además empezamos a ir a misa diaria siempre que podíamos. Era nuestra manera de pedir a Dios que Él fuera la base de nuestra relación. Yo sentí algo que nunca había sentido, me sentía muy amada y de una manera muy verdadera, sin egoísmo, sin orgullo y con una entrega y respeto que nunca había experimentado.

Durante este año yo he sentido que Dios es mi Padre que me ha regalado a Raúl en el momento que tenía que ser, he sentido que Jesucristo verdaderamente ha resucitado en mi vida porque nos prometimos en Pascua (hasta ese momento a mí me costaba dar este paso) y siento que el Espíritu Santo me guía en mi día a día. También veo la ayuda de la Virgen María, que me regala el día de su Natividad para casarnos.

Sólo puedo decir GRACIAS a Dios en primer lugar por la VIDA y en segundo lugar por todo lo que me regala y mi experiencia está aquí para dar gloria a Dios.

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