Normalmente no
nos gusta dejar en el blog una estrada muy larga, pero… les aseguro que la
siguiente entrevista les va resultar muy amena.
Juan
Fernández Medrán, nuestro sacristán, archivero, escritor y un largo etc., tiene una
memoria prodigiosa para las fechas, acontecimientos y todo aquello que atañe a
la vida Parroquial.
A cuatro meses de la publicación de su libro “D. Juan Caballero una vida fecunda”
le pedimos que comparta con nosotros su experiencia sobre este trabajo y algunas vivencias entorno a su misión en la Parroquia.
Juan, llevas desde muy
pequeño en la Parroquia y siempre has tenido un trato muy cercano con todos los
sacerdotes que han pasado por Pozoblanco y en particular los que han pasado por
San Sebastián. Estás felizmente casado pero ¿nunca te planteaste, en su
momento, ser Cura?
Es cierto,
que mi trato con los sacerdotes, siempre ha sido muy cercano, he querido a los sacerdotes y siempre me he puesto a su
servicio. Es verdad, que mi parroquia es San Sebastián, pero siempre he tenido
un corazón abierto a todos, y con el deseo de servir a la Iglesia allí, donde
me ha necesitado, creo, que esto es una lección de las muchas que aprendí de D.
Juan.
¿Ser cura? Claro que me lo he planteado muchas veces; muchas dudas han pasado por mi cabeza. Desde muy pequeño, estuve a la sombra de la parroquia,
y de la mano de los sacerdotes y esto, te lleva a pensar, “yo quiero ser cura,”
y más si tienes la suerte de que hayan sido buenos ejemplos.
Pero Dios,
llama a los que quiere y estoy convencido que a cada uno le llama a una misión,
lo importante es responder con alegría a esta misión que Dios te llama, muchas
veces tú quieres una cosa, y Dios te lleva por otro camino. El no haber sido
cura, me afianzó para descubrir que el serlo, no dependía de mí, ni de lo que
me gusta, depende de que Dios te haga la llamada.
Estoy
contento con haber creado una familia cristiana, el tener una mujer que
comparte la fe conmigo, mi amor a la
parroquia, y esto me basta para ser feliz. Yo siempre digo que Dios, solo
quiere una cosa para cada hombre, que “seas feliz”. Yo, lo soy y esto me basta.
Disfruto de mi familia, una gran familia,
de mis hijas, y por si me faltaba algo,
de mi nieta. Y de que mi hogar, sea un hogar de puertas abiertas.
Escuché en cierta
ocasión que ser cura era estar como el cartel del taxi, donde siempre pone
libre, o sea, siempre a disposición del que te necesita y esto es una gracia
que Dios me ha concedido en mi vida, estar disponible para todo aquel que me
necesita. ¿Se puede pedir algo más?
Recuerdo que
D. Juan más de una vez me dijo hablando
de esa posible vocación al sacerdocio: no has sido ordenado pero creo que eres
cura. ¡Vamos a dejarlo ahí! disfrutemos de todo lo bueno que Dios nos ha dado,
que no es poco, y sigamos sirviendo a los demás.
Cuéntanos algunas
anécdotas de los Curas con quienes
has tratado más de cerca.
Yo comencé
con D. Bartolomé García que era el párroco jubilado y con D. Manuel Nieto el
Coadjutor, posteriormente vino D. Juan, a sustituir a D. Bartolomé por su
enfermedad aunque él continuó en la parroquia.
D.
Bartolomé, no podía caminar solo por su enfermedad y yo siendo bien pequeño lo
llevaba cogido del brazo a la parroquia para celebrar la Misa.
Un día, le
compré una torta que le gustaba mucho, y como los niños pequeños, iba tan
contento comiéndose su torta por la calle, cogido de mi brazo, y se me cayó al
suelo; yo que era pequeño no podía levantarlo, D. Bartolomé en el suelo sin dejar de comerse la
torta, se pisaba la sotana y más difícil se hacia el poderlo levantarlo, y
recuerdo que ante mi angustia le dije: “D. Bartolomé la gente dice que hoy, no
está el día para bollos, pero lo que creo es que hoy no está para tortas, haga
el favor de dejar la torta y ayúdeme, a que lo levante. Era muy buen sacerdote,
muy celoso de su parroquia.
Cuando ya no
podía llevarlo a la parroquia, estuvimos mucho tiempo celebrando la Misa en su
casa, él y yo solos, no había más feligreses. Recuerdo que cuando no podía ya
controlar sus piernas lo cogía en brazos como a un niño, y lo llevaba para
celebrar la Misa. Algunas veces, le tenía que decir todo lo que tenía que ir
diciendo; el Señor me dio la oportunidad de servirlo hasta su muerte. ¡Cuantas
experiencias!, pero ahora tampoco es el momento de comentar más, solo agradecer
al Señor, las muchas oportunidades que me dio para ayudarlo.
D. Manuel
Nieto, un cura muy sencillo con el que me encariñe y siempre me llamó la
atención su humildad y su capacidad de servicio a los demás. Como vivió, murió,
sirviendo a los demás le sorprendió la muerte, en un accidente de tráfico.
Recuerdo que
llegó un pobre a su casa pidiendo, su
madre le dijo: esos zapatos que lleva
Vd. y esa manta ¿dónde los ha comprado? El pobre respondió, señora estos no los
he comprado, me los ha regalado un cura. De estas tenía muchas. Claro el pobre
desconocía que la mujer con la que hablaba era la madre del cura.
Otro cura
que traté mucho, y marcó mi vida fue D. Manuel Moreno, era admirable el don de
gentes que tenía, lo mismo estaba con el más rico del pueblo, que con el más
pobre, siempre admiré la capacidad que tenía para estar al lado de todos.
Ejemplos que sin lugar a dudas dejaron huella en mí.
Y D. Juan
que voy a decir, cuarenta y cuatro años a su lado, un cura cura, un sacerdote
bonachón , sencillo donde los haya, Padre, desprendido, no creo que le costara
mucho hacer las homilías , que fácil es predicar cuando día a día vives lo que predicas.
Más de una
vez me contaron: hoy me he encontrado debajo de la almohada de la cama de mi
padre enfermo, un sobre con un donativo. No sé quien lo habrá dejado, pero lo
que sé, es que solo ha estado aquí D.
Juan el cura de San Sebastián…
La facilidad
que tenía para hacerse niño, la facilidad que tenía para sentir los problemas
de los demás e intentar buscar la solución. Me vienen a la memoria muchos
recuerdos, pero pongamos un botón de muestra: los niños de la catequesis no
podían pasar frío ni mojarse “eran otros tiempos los papás no tenían coches,
para venir a recogerlos como ahora. Pero él los acercaba a su casa en su 600.
“Hasta 13 niños vi montados en el coche” No pasaban frío, no se mojaban y el
trayecto se convertía en una fiesta. Y D. Juan rebosaba alegría en todo su
rostro
D. Gonzalo
el cura que no parecía cura. Era todo corazón, era toda humanidad. Un hombre
inteligente, preparado, buen profesor, pero que su sencillez ocultaba estas
virtudes con las que estaba adornado. Si algo llevaba mal era las injusticias,
que le podían hacer a otros, y personalmente, defendía ante quien hiciese
falta, dicha injusticia, protegiendo siempre al pobre.
Me llamó
siempre la atención, el desprendimiento en que vivía, no tenía apego a sus
bienes, solo se preocupaba de compartir
con los demás, creando lazos de verdadera amistad.
Su ministerio, tenía un denominador común: sencillez, humildad, desprendimiento y
servicio. Era tan natural, que recuerdo una anécdota muy graciosa en un
entierro. Comenzó su homilía haciendo mención a una frase del evangelio que
había proclamado, dicha frase la repitió varias veces y dado que al difunto lo
conocían por un apodo, que hacía alusión a la frase que estaba mencionando, me
acerque a él consciente de que era desconocedor del mismo y le dije: No digas
más esa frase, que al difunto y a su familia le dicen ese mote…
Bueno Juan, si seguimos
por este camino va salir otro
libro... Vamos a otra pregunta. No tengo ninguna
duda
de que has disfrutado con el libro “D. Juan Caballero
una vida fecunda”. Es más te ha tocado el corazón… y
esto literalmente… ¿Te ha prohibido el Cardiólogo
volver a coger el libro?
Claro que he
disfrutado y mucho, escribir de una vida como la de D. Juan, me ha hecho mucho
bien hacer un recorrido agradable por tantas experiencias vividas a su lado, durante
más de cuatro décadas.
Bueno, pues
como dices, el escribir este libro de la vida de D. Juan me ha tocado el
corazón, y hasta literalmente. Son muchas las emociones que embargan mi
corazón, al recordar al que fue un Padre para mí.
Fue el Veintitrés de Junio, día de la presentación del libro, traía a mis
espaldas mucho estrés, muchas horas de no dormir y mucho trabajo, ya que quería
presentarlo para esa fecha, puesto que hacia los cuarenta y cinco años que
había tomado posesión de la parroquia, y
sesenta y seis años que celebró su primera Misa. Fue un día muy emotivo, la iglesia abarrotada de
personas que con su presencia venían a testimoniar el amor que le habían tenido
a D. Juan, y para mí, era un día histórico en la parroquia, sumándole a este
acto, el amor de muchas personas que habían pedido al Ayuntamiento, la
concesión de esa calle que lleva su nombre, que gracias a los Pozoalbenses ya no es un
deseo sino una realidad.
Presentando
el libro, empecé a sentirme un poco mal, pero pensé que seria de la emoción,
pero el dolor en el pecho no se me quitaba, por lo que al finalizar tuve que ir al Hospital, y a los pocos días
fui ingresado pasando posteriormente a Córdoba a Reina Sofía, se me practicó un Cateterismo, estando al día
de hoy, en fase de recuperación y
encontrándome de baja laboral.
Yo, ya había
tenido problemas cardiacos en otras ocasiones. La primera vez, que me sucedió
fue cuando D. Juan celebró en el año dos mil uno, sus Bodas de Oro
Sacerdotales, en aquella fecha se le
preparó un bonito homenaje al que me entregué en cuerpo y alma.
Es verdad, que cuando pongo la vida de D. Juan
sobre la mesa le pongo corazón, tanto que se me debilita. Pero gracias a Dios
podemos estar contándolo.
A tu
pregunta de si el Cardiólogo me ha prohibido coger el libro, te puedo decir que
cuando me estaban haciendo el Cateterismo, me pregunto: Juan ¿que estabas
haciendo cuando sufriste el dolor en el pecho? Le contesté: Presentando un
libro de la vida de un sacerdote, con el que he compartido toda mi vida, fue un Padre para mí. El médico no me dio
respuesta, y cuando terminó la intervención, me dijo: Juan te he dejado para
que presentes por lo menos otros cinco libros.
Espero que
así sea. No obstante durante este tiempo que estoy en casa de baja, en algunas
ocasiones he cogido el libro para leerlo, y soy yo el que me lo he prohibido.
Me emocionaba, me daba cuenta que no me
beneficiaba. Así, que tendré que continuar recuperándome y ya llegará el
momento, que me pueda deleitar con su lectura.
¿Cómo ha sido el
proceso
de creación de este libro?
Bastante
laborioso e intenso. Es verdad que yo, tenía muchas cosas escritas, muchas
fotografías, muchas ideas en la cabeza,
de cómo quería que fuera este libro. De todas formas, pienso que ha sido muy
poco tiempo, desde su muerte, hasta la fecha de la presentación, he tenido que trabajar duro, para poder sacar
a la luz este trabajo.
He tenido
que desplazarme, para informarme y sacar datos a su pueblo natal Villanueva del
Duque, a Fuente la Lancha, Cardeña, Azuel, Venta del Charco y Aguilar de la
Frontera, pueblos en los que estuvo destinado durante su Ministerio.
Estoy
convencido que no será un libro solo para la estantería, contiene una
riqueza en sus páginas, a la que
tendremos que acudir muchas veces, para ser alentados, iluminados, ayudados por sus palabras, y enriquecidos por
tantos testimonios que hablan por si solos, de lo que fue la vida sacerdotal de D. Juan, donde podemos descubrir, qué lo hace
merecedor del título que lleva su libro. “D. Juan Caballero una vida fecunda”.
¿Por qué puede
interesar hoy un libro sobre la vida de
un “cura de pueblo”?
Mira, yo
pienso que hoy en los tiempos en que vivimos, la vida de un cura le interesa
poco a la gente. Pero en este mundo, cualquier persona, puede pasar como se suele decir sin pena ni
gloria.
D. Juan,
decía en muchas homilías, que el cristiano no se puede conformar con decir, yo
no le hago mal a nadie. Pero ¿qué bien haces?.
De esto se
trata, podemos pasar por este mundo, con una vida bastante mediocre,
superficial, en definitiva como decimos vulgarmente ni chicha ni limoná.
Pero podemos pasar por este mundo dejando
huella, siendo un espejo donde otros se puedan mirar, siendo luz para muchos,
siendo como dice la palabra de Dios, pobres que enriquecemos a muchos.
Creo firmemente, que esta ha sido la
trayectoria de D. Juan Caballero. Por eso, vidas así entregadas, gastadas hasta
el último aliento de su vida hace, sin duda, que sea un estímulo para muchos,
como decían algunas personas cuando firmaban para la calle, yo no soy de
Iglesia, pero para este cura, lo que quieras. Este hombre, este sacerdote caló
en el corazón de todos.
Por tanto,
pienso que su testimonio de vida debe quedar plasmado en este libro, para ayuda
de todos los que tuvimos la suerte de compartir y beneficiarnos de su ministerio,
así, como un espejo donde las generaciones futuras puedan mirar.
Hoy, los
cristianos tenemos un problema, somos bastante mediocres, nos pasamos la vida
pensando en nosotros mismos, nos gusta llevar una vida fácil, pero nuestra
vocación es la Santidad.
Recuerdo que
D. Juan decía en una homilía. “Nunca os he dicho que vengo de una familia muy
importante, vengo de familia de Santos, porque en la Iglesia estamos llamados a
la Santidad.”
Este es
nuestro camino, es verdad que a veces se hace duro y fatigoso el recorrerlo.
Por eso tener un libro con vidas como la de D. Juan, no me cabe la menor duda
que es un buen referente, es un acicate para que no nos durmamos en los
laureles y que podamos con la gracia del Señor, hacer también de nuestra vida una vida fecunda.
¿Cómo ha sido la
recepción del libro?
El libro ha
sido acogido con alegría, por personas de cualquier rincón del pueblo, de
distintos colectivos , de otros pueblos donde D. Juan fue conocido, querido,
donde nunca fue olvidado y estoy seguro que al tener este libro en sus manos,
les recordará tantas experiencias vividas a través de su ministerio y donde de
nuevo podrán verse enriquecidos. Muchas personas me han llamado por teléfono o
me han parado por la calle y me han dicho GRACIAS JUAN POR EL BIEN QUE ME ESTA
HACIENDO EL LIBRO.
Solo por
escuchar esto, creo que ha merecido la pena el trabajo.
¿Más o menos cuantos se
han vendido hasta hoy?
No llevo un
control exhaustivo de la venta, calculo, que se haya podido vender un 40%. Es
verdad que al principio se vendieron muchos, ahora lo que toca es que se vayan
vendiendo al ritmo que se está haciendo, hoy uno, mañana ninguno, pasado
tres y así sucesivamente. No para,
aunque más lentamente.
De todas
formas hago una llamada a todos aquellos que todavía no lo tienen, a que lo
compren, no por un fin lucrativo, sino porque creo, que puede hacer mucho bien
su lectura. Cualquier día, se puede comprar en mi casa o en la parroquia.
El Prólogo lo escribió
el Obispo, y aprovechando la
Visita Pastoral le regalaste un libro con una
extensa
dedicatoria. ¿Nos puedes decir que decía la dedicatoria
y que te dijo
D. Demetrio sobre el libro?
En resumen,
le ponía en la dedicatoria, que al leer sus páginas, experimentará la alegría
de haber tenido en su Diócesis un sacerdote de la talla de D. Juan, ya que para
él, seria de una gran satisfacción, el haber contado con una
vida sacerdotal totalmente entregada a los demás, donde había dado como
fruto una vida tan fecunda.
D. Demetrio,
me felicitó por el trabajo realizado, me subrayo que había hecho muy bien,
al sacar a la luz esta vida sacerdotal,
que no podía quedar oculta, ya que “la luz no está para ponerla debajo del
celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos”.
Me manifestó, que la aportación mediante este
trabajo estaba seguro que iba a beneficiar a muchas personas, pero que al mismo
tiempo, había hecho una aportación grande a la Diócesis, porque al igual que la
Iglesia, la sostienen sus columnas, hacía falta también mostrar las columnas
vivas, que hacen que la Iglesia se sostenga y una de esas columnas, era la vida
de D. Juan, que unido durante todo su ministerio a Cristo, había dado un fruto
fecundo del que todos se podían beneficiar.
La próxima entrada, o cuando pueda, les dejaré la anécdota del niño de nuestra Parroquia que se niega rotundamente a ser sacristán como Juanito... :-)
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