Ayer, con la Cofradía del Perpetuo Socorro |
San Lucas dice que Jesús la llamó y le dijo: –«Mujer, quedas libre de tu enfermedad». Jesús la llamó, y ella acudió a su llamada.
Muchos andan encorvados, con los ojos en tierra, sin mirar jamás al Cielo. Y cuando Jesús, a través de un amigo o un enviado, los llama, se dan la vuelta y dicen que no necesitan que nadie los salve. Y allí siguen con la joroba...
La mujer encorvada al enderezarse pudo mirar al cielo y su mirada se encontró con la de Jesús que la contemplaba con gozo. Poco le importarían las críticas de los fariseos…
Muchos pasan la vida entera mirando a la tierra, atados por la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida (1 Juan 2, 16). La fe nos capacita para mirar a Dios. El cristiano adquiere una gran luz cuando tiene el hábito de referir a Dios todas las cosas que le sucede, grandes o pequeños, de su vida corriente.
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