Plaza de San Pedro, Roma 1994 |
La novedad de la vida cristiana consiste básicamente, en que la vida deja de ser vivida en solitario. Y esto cambia nuestra mirada sobre la vida, cambia nuestra mirada sobre las cosas. Por decirlo en pocas palabras, llena de buen gusto la vida, la capacidad de disfrutar, hasta la capacidad de vivir contentos, de dar gracias por la vida, y de reconocer el misterio y el afecto de las personas, de comprender que la vida es para aprender a querernos, y que eso es un trabajo estupendo, y que el tiempo nos es dado para aprender a querernos. Vivir la fe en comunidad es hoy algo más que conveniente, necesario. La fe necesita expresarse, compartirse, entregarse al otro, y eso difícilmente es posible viviendo una relación con Dios individualista o en asambleas donde el otro es un desconocido.
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