Sólo sé que yo era ciego, y ahora veo. Punto. Dice el ciego de nacimiento en su discusión con los fariseos en el Evangelio de hoy (Jn 9). En nuestro tiempo en que las ideas son juguetes y las palabras carecen de seriedad, a la hora de la verdad sólo quien puede apelar a la experiencia sobrevive. Si nuestra fe en Jesucristo está hecha de rutinas, de ideas, principios, se la lleva el viento. Y eso es un aspecto muy característico de lo que pasa hoy. Con una ideología, ni se sostiene la vida ni se hace frente a la dificultad. Sólo la experiencia resiste y vence.
Sólo quien ha sido curado, quien tiene la experiencia de haber sido salvado por Cristo, y puede aferrarse a esa roca, puede decir: «Yo sólo sé que estaba ciego y ahora veo».
La fe, la esperanza y el amor ven más allá de las apariencias. Ya decía el Principiro:
"—Adiós —dijo el zorro—. He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos.
—Lo esencial es invisible para los ojos —repitió el principito para acordarse".
PD te animo a que leas todo el capítulo 9 de San Juan, no tiene ningún desperdicio.
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