“No sale elegido
por sorteo ni es fruto de una puja… pero tampoco viene anunciado por una
trompeta celestial. Hay que rezar, pensar y decidir. Es lo que hacen los cardenales
reunidos en cónclave: Hablan entre ellos sobre lo que necesita la Iglesia hoy,
y por esto es mejor una personalidad de este perfil o de ese otro… todos
razonamientos humanos. Y el Señor envía al Espíritu Santo, y el Espíritu Santo
ayuda en la elección. Después, cada uno da su voto y se cuentan los sufragios,
y el que tiene dos terceras partes de los números es elegido Papa.
El que resulta elegido puede
no ser el más inteligente, tal vez no es el más rápido para hacer las cosas… Lo
que le acredita es que a través de todo el proceso (tan humano, podríamos
objetar) es el que Dios quiere para ese momento de la Iglesia. Porque a la hora
de elegir había 115 (en el caso de Francisco), pero “Dios es el 116”.
Como en todas las cosas de la
vida, el tiempo pasa, el Papa debe morir como todos, o jubilarse, como hizo el
gran Papa Benedicto, porque no tenía buena salud, y llegará otro, que será
diferente, será diverso, tal vez será más inteligente o menos inteligente, no
se sabe. Pero llegará otro de la misma manera: elegido por el grupo de los
cardenales bajo la luz del Espíritu Santo. ¿Entendieron?”. (Papa
Francisco a los niños de la parroquia romana de Santa María Josefa)
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