Representación del Buen Pastor en la Catacumba de Priscila |
Los apóstoles -vemos en los primeros versículos del evangelio de hoy- regresan, después de la misión a la cual les ha enviado Jesús a contarle todo lo que habían hecho y enseñado. Siempre es necesario, una y otra vez, volver al Señor, para contarle todo. El momento necesario de meditación, de encuentro con el Señor, sin el cual toda misión, nuestra vida, se empobrece y pierde fibra. El mismo Señor les dice: “venid a un sitio tranquilo a descansar un poco”; 'hacer una pausa', 'cesar en la actividad': apagar radio, diario, televisión, ruido de la calle... y ponerse a orar, buscar la intimidad con Dios.
Porque "era tanta la gente que iba y venía", tantas las ocupaciones, los negocios, las angustia…, "que no tenían tiempo ni para comer". Y juega Marcos con el doble sentido del comer, como del pan, tener hambre. Por supuesto no solo el comer material: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios.
Y Jesús se compadece de ellos, no porque no tienen pan, ni son pobres, ni carecen de bienes, sino porque, dice Marcos, "eran como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma”. Jesús, más allá de la miseria material, de la pobreza, de las enfermedades, de las penurias de trabajo de esa gente, ve pobrezas más profundas, anhelos insatisfechos, enfermedades del alma mucho más crueles que las del cuerpo. Aprendamos a encontrar espacio para encontrarnos con el Señor, para rezar, leer y meditar y desde allí ofrecer a los demás -sobre todo a los nuestros-, el verdadero Pan, el don de la fe en Jesucristo, el único capaz de alimentarnos en las buenas y en las malas, en pobreza o riqueza, en salud o enfermedad, en las vacaciones y en el trabajo… Por eso nada debe preocuparnos tanto como la ausencia de Fe, de Esperanza, de Caridad. El derrumbe del cristianismo en nuestra sociedad. La falta de estado de Gracia.
El buen pastor de la Catacumba de San Calixto |
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