PARROQUIA SAN SEBASTIÁN DE POZOBLANCO

viernes, 13 de febrero de 2015

El hombre no puede vivir sin amor

   El miércoles pasado, después de un mes, con la celebración de la eucaristía terminamos las catequesis de preparación de los novios, que se casan este año. La propuesta ha sido: acoger a Jesucristo porque “la Iglesia está convencida de que sólo con la aceptación del Evangelio se realiza de manera plena toda esperanza puesta legítimamente en el matrimonio y en la familia”.

   Todos estamos llamados al amor. Nadie ha nacido por casualidad, la llamada a amar está en la raíz de nuestra existencia. Pero para aprender a amar o crecer en el amor necesitamos un maestro. Necesitamos a Jesucristo, porque Dios es AMOR, para aprender y tener la fuerza para amar. Como consecuencia del pecado, todos somos víctimas de una inclinación al mal por ello es necesaria la gracia de Jesucristo que nos capacita para amar y perdonar.

    Es muy bueno el enamoramiento, pero para formar una familia no es suficiente porque no dura siempre, “el enamoramiento debe hacerse verdadero amor, implicando la voluntad y la razón en un camino de purificación (Benedicto XVI).




   En estos días, en torno a la festividad de San Valentín podemos encontrar, especialmente en Internet, multitud de propuestas para hablar de amor a la esposa, al esposo, a la novia o al novio. Los esposos y los novios cristianos disponen de un tesoro inagotable al que se puede y debe acudir para aprender a amar, para aprender a pensar sobre el amor, y, en fin, para aprender, con verdad, a hablar y a escribir, de amor y con amor, a la amada, al amado. Este tesoro son las Sagradas Escrituras interpretadas por la Iglesia. Muchos son los textos de la Biblia a los que nos podemos referir en este sentido: el Génesis, los Salmos, los Profetas, los Evangelios, las Cartas de los Apóstoles. Por su parte, el Catecismo de la Iglesia Católica (n. 1611) subraya que «los libros de Rut y de Tobías dan testimonios conmovedores del sentido profundo del matrimonio, de la fidelidad y de la ternura de los esposos. La Tradición ha visto siempre en el Cantar de los Cantares una expresión única del amor humano, en cuanto que este es reflejo del amor de Dios, amor “fuerte como la muerte” que “las grandes aguas no pueden anegar” (Ct 8,6-7)».

-    “Dios es amor” (1 San Juan 4: 18)

-    “No hay temor en el verdadero amor” (1 San Juan 18)

-    “Donde quiera que tú fueres, iré yo, y donde quiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios” (Rut 1: 16).

-    "El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. Al amor no le gusta la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue" (1 Co 13: 4-8).

-    “Grábame como un sello en tu corazón; como un tatuaje en tu brazo. Que fuerte es el amor, como la muerte… No pueden los torrentes apagar el amor, ni los ríos anegarlo. (Ct 8:6)

-    “Tu amor y tu bondad me acompañan todos los días de mi vida” (Sal 23)

-    “Yo te amé con un amor eterno, por eso te atraje con fidelidad”. (Jr 31:3)



  
 San Valentín, obispo y mártir, patrón de la ciudad de Terni (Italia) y protector de los enamorados de todo el mundo nació en Terni en el 175 d.C. Valentín dedicó toda su vida a la comunidad cristiana que había en la ciudad a cien kilómetros de Roma, donde arreciaba la persecución contra los cristianos.
El eco de los clamorosos milagros realizados por el santo, llegó hasta Roma y se difundió pronto por todo el imperio. El Papa lo consagró  Obispo de la ciudad de Terni, y todavía hoy se conserva sus restos mortales en esta ciudad. Su nombre está siempre unido al amor por un episodio que en aquel tiempo fue  muy clamoroso: cuenta la tradición que San Valentín fue el primer religioso que celebró la unión entre un legionario pagano y una joven cristiana. Seguidamente fueron muchos los que desearon su bendición. Todavía hoy  este hecho se recuerda durante la fiesta de la promesa en la Basílica que lleva su nombre en Terni (www.diocesi.terni.it).

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