Única es mi paloma,
mi perfecta.
Ella, la única de su madre,
la preferida de la que la
engendró.
Las doncellas que la ven la
felicitan,
reinas y concubinas la elogian:
« ¿Quién es ésta que surge cual
la aurora,
bella como la luna,
refulgente como el sol,
imponente como batallones? » (Ct 6,9-10)
Potencias todas del Señor, bendecid al Señor,
cantadle, exaltadle eternamente.
Sol y luna, bendecid al Señor, cantadle, exaltadle
eternamente. (Dn 3,61-62)
Una gran señal apareció en el
cielo: una Mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus
pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza
(Ap 12,1)
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