PARROQUIA SAN SEBASTIÁN DE POZOBLANCO

domingo, 6 de enero de 2019

Experiencia de las vacaciones de Navidad en Pozoblanco.

Soy João Otávio da Silva, natural de Caconde (Brasil), seminarista del Seminario Arquidiocesano Misionero Redemptoris Mater de Oviedo. Tengo 21 años y estoy en el quinto año de Seminario. Me gustaría a través de estas líneas contaros un poco la experiencia que he tenido de Pozoblanco junto a la comunidad parroquial de San Sebastián. Voy a intentar ser breve, ya que relatar todo haría este texto demasiado largo.  

Después de un semestre de llantos y alegrías, virtudes y pecados, he tenido la gracia de poder descansar en la belleza natural y sobrenatural, de un pueblo que sabe hacer al otro feliz. Así que recibí la noticia que me tocaría ir a Pozoblanco, (junto con otro seminarista, Modesto Eliezer, natural de Santo Domingo “Republica Dominicana”) para pasar las navidades, quedé complacido y temeroso, pues como no conocía nada de esta realidad tan afable, no sabía que sentimiento tener.

La primera persona que conocí en Pozoblanco fue D. Aníbal, que desde el principio se había propuesto a acoger a dos seminaristas. Que no sabía que serian dos seminaristas “amables y rudos” a la vez. Luego en seguida empecé a conocer a las personas, que no solo abrían las puertas de sus casas, pero también de sus corazones llenos de historias y hechos diseñados y pensados por Dios. Pude también conocer a las comunidades neocatecumenales, lo cual, tengo mucho aprecio, pues mi vocación nació de este carisma que, en un momento de total oscuridad pude encontrarme con la luminaria del Amor incondicional de Dios, que se ha manifestado en la cruz de Cristo. Carisma que está siendo elemental para los días que vivimos, días repletos de incertidumbres y desesperanzas. 
Con olor a oveja


Habiendo estado en Pozoblanco precisamente en un tiempo hermoso y tierno por el misterio que nos envuelve en torno al nacimiento de Jesús, pude contemplar lo ordinariamente extraordinario, es decir, la familia. Quedé impresionado de ver las familias cristianas abiertas al proyecto de Dios, (proyecto que muchas veces superan la lógica humana). Conseguí ver con mis ojos la enseñanza de Dios a valorar y a cuidar como verdadero regalo, la familia.  

Juntamente con D. Aníbal conocí la gran labor pastoral, visitando hospitales, casas de ancianos, casas de discapacitados, personas enfermas y siempre al final del día dando una bella acción de gracias a Dios celebrando la Eucaristías. Veía en todo esto un regalo de parte de Dios, pues nunca había vivenciado unas navidades tan cercanas a la realidad celeste, efectivamente en esta navidad pude sentir en la carne el abrazo misterioso y misericordioso de Dios.

En fin, en estos quinces días de mi almanaque terrenal, puedo decir que tuve un encuentro con Dios, un encuentro desproporcionado de su luz y mi oscuridad, su gracia y mi pecado, la pequeñez que me embarga y la grandeza suya que me abraza, que ha dado lugar a la alegría de saberme salvado y una energía para vivir el nuevo semestre que se presenta por delante.  
    
Entretanto, como un rito habitual, que acabando las fiestas navideñas todo vuelve a una normalidad que se hace cuesta arriba, tal y como proverbialmente se señala a enero con sus cuestas conocidas. Ha terminado la tregua de unos días especiales. Acabado el festejo hay que volver al trabajo y al canto de una cotidianeidad amable y cruel a la vez.


Buscando posada en el Valle de los Pedroches.
Aprovecho esta ocasión para pedir que recéis por mí, para que Dios me conceda la gracia de la humildad y la disponibilidad en el servicio.

"Renunciar a la propia vida significa no buscar nunca la propia voluntad, sino la voluntad de Dios y hacer del querer divino la norma única de la propia conducta... Quien así obra se encontrará más libre y dispuesto para hacer lo que le manden los superiores, realizándolo prontamente con alegría y con esperanza..." (San Gregorio de Nisa, Sobre la conducta cristiana). 

Abrazo fraterno en Cristo.

João Otávio da Silva.

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