PARROQUIA SAN SEBASTIÁN DE POZOBLANCO

sábado, 15 de diciembre de 2018

Nos “apañamos divinamente” porque lo hacemos como Dios nos va dando a entender.

Esteban y Sofía con sus séis hijos.
¿Cómo te organizas? 
“Divinamente” (Tan bien… que ayer mi hija ha sido la única pastora de la clase de tercero de infantil…).

Mi casa es un caos. Tenemos seis hijos de: 8, 6, 5, 3, 2 años y 3 semanas de vida. Por la mañana todo son prisas: no aparecen los leotardos del uniforme, hay que convencer a la peque de que es una campeona para que se acabe el desayuno, se derrama un colacao, la sesión de peluquería va con retraso, nervios, riñas, carreras…

Después, siempre hay algo que hacer: lavadora, limpieza, compra, cocina, plancha(que suele ser la menos urgente), más lavadoras… y por supuesto, es llegar los niños y deshacer el camino andado (otra lavadora, limpieza, lavar platos, recoger de nuevo…)

¿Por la tarde?, después de descansar un pelín, extraescolares, deberes, catequesis, juegos, mucho desorden, gritos, baños…

Por eso, si me preguntan que cómo me apaño, siempre digo que soy un desastre, y que menos mal que somos dos; pero lo que yo realmente me pregunto es “¿cómo este caos funciona?”

Tener tantos hijos es mucho trabajo pero, sobre todo, es reconocer que no llego. Sentirme ‘malamadre’, descubrir que con este he metido la pata y con aquel no sé cómo hacerlo. Ser madre es mucho más que organizar montones de ropa.

Hace tiempo, leí un artículo que me cambio el chip. Siempre he pensado inconscientemente que la infancia es una preparación para la vida adulta. Por eso educamos a nuestros hijos, para que sean personas de provecho en el futuro, adultos felices, autónomos y capaces. Sin embargo, estos padres decían que “la vida cabe en una hora”, que la vida de su hija había sido plena, aunque corta.

Leer esta experiencia me hizo desear para mis hijos una vida que mereciera la pena haber sido vivida si murieran mañana. Por eso, prefiero sentarme con ellos acompañándoles en la cena que aprovechar que están controlados para recoger la cocina. En medio de nuestro follón, somos muy felices. Buscamos ratitos de convivencia para demostrarnos el amor que nos tenemos.

Nos “apañamos divinamente” porque lo hacemos como Dios nos va dando a entender (tanto en temas organizativos como educativos). Y sin lugar a dudas tenemos la mejor madrina. Rezo mucho a la Virgen diciendo “Tú fuiste madre, pasaste noches sin dormir, ayúdalo a dormir o dame paciencia”… o “tendrías que afrontar este sufrimiento de tu hijo cuando niño… ilumíname cómo yo los de los míos”. Y creo que es el mejor apoyo que como padres podemos tener.

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