“Dios ha creado todas las cosas de dos en dos, una frente a la otra… Una cosa confirma la excelencia de la otra…” (Eclo 42,24s)

El enamoramiento del principio con el tiempo no es tan vibrante se amortigua, pierde la fuerza inicial… incluso surgen sentimientos contrariados. Porque nuestro corazón no tiene tantas fuerzas para amar, está herido. La gracia de Cristo, con su Espíritu, con su cuerpo y con su sangre, la ayuda de la comunidad cristiana,  poco a poco nos capacita para amar. Nuestro corazón necesita ser salvado, redimido, curado, capacitado, para el amor. No es suficiente querer quererse, es necesario poder quererse de manera permanente para construir una historia de amor que se llama matrimonio y familia. Que nada lo pueda destruir.

Hemos estado de boda en Torrenueva