1.- ¿Te pillamos confesado o no?
Si te refieres a cuándo me confesé por última vez de manera, digamos, espiritual, debo decirte que hará algo más un mes. De manera más material, casi todas las noches, antes de rezar. Siempre es bueno evaluar los actos y decisiones que has puesto en práctica a diario, sobre todo por si tienes que cambiarlos al día siguiente o para pedir perdón. Ayuda a dormir con la conciencia más tranquila.
2.- ¿Quién es Antonio Jimeno?
Básicamente, y de manera telegráfica, un tarugo que nació hace casi 51 años en el barrio de Las Casas Baratas en una familia humilde, que se licenció en Ciencias Químicas en la Universidad Granada, que trabaja en el Colegio Salesiano, que vive felizmente casado y que es padre de dos hijas. Un señor de lo más corriente que, parafraseando al grupo de rockandroll Los Enemigos, siempre ha pretendido ser un tío cabal.
3.- ¿Dónde conociste a tu mujer y cómo te ha cambiado el matrimonio?
La conocí hace ya muchísimo años, en las pandillas que se forman en el Instituto al integrar jóvenes de distintos colegios. Comenzamos a salir de manera formal a eso de los 17 años y nos casamos, después de uno de esos noviazgos largos que se estilaban entonces, en la parroquia de Santa Catalina un día de La Inmaculada de 1996. ¡Claro que te cambia el matrimonio! Te hace ser más responsable, a mirar la vida a un plazo más largo, a aprender a convivir y a respetar y tolerar muchas actitudes. Pero lo que de verdad cambia, también el matrimonio, es tener hijos. Tener hijos lo cambia todo.
4.- Se escucha con frecuencia que se han perdido valores como el esfuerzo, la disciplina, la autoridad del profesor... ¿Qué es lo peor del sistema educativo actual, según tu experiencia?
Por empeño de muchos, disciplina, esfuerzo y autoridad se han convertido en palabras relacionadas con el poder autoritario cuando no con el franquismo. ¡Como si tuvieran algo que ver! A aquellos que piensan así les recomiendo, para salir del error, que lean a Dionisio Ridruejo cuando escribe acerca de las diferencias entre autoridad y poder. ¿Qué es lo peor del sistema actual? Sin duda el afán por el igualitarismo empobrecedor, la inmensa burocracia y el abordaje de los currículos por concepciones políticas que pese a lo progresistas que dicen ser se han olvidado tanto de las enseñanzas que nos ha proporcionado la Historia como de defender la Libertad.
5.- ¿Tienes una explicación a la mala fama de las matemáticas como asignatura?
Pienso que las Matemáticas tienen mala fama porque, sin duda, son más difíciles de aprender y aplicar que otras materias del conocimiento. Es falso lo que cuentan de que todos podríamos ser unos expertos en Matemáticas sólo cambiando el método de su enseñanza, de igual modo que es una osadía falaz y tremenda decir que todos los niños pueden llegar a ser Einstein o Picasso, aunque es evidente que como profesores debemos hacer todo lo posible para mejorar los rendimientos de nuestros alumnos, si es necesario, cambiando nuestras prácticas docentes y nuestras actitudes. Dicho lo cual, en la vida, no sólo en las Matemáticas, la verdadera dificultad radica en resolver problemas y mucho menos en realizar operaciones aritméticas o encontrar las soluciones a una ecuación. Y resolver problemas es muy complicado, ya sean estos personales, familiares, políticos, sociales, científicos… y las Matemáticas, al contrario que otras áreas, tienen como principal objetivo resolverlos. Por eso resultan tan complicadas también la Física y la Química, aunque esta en menor grado.
6.- De nuevo estamos con amenazas a la concertada. Hace poco nuestro Obispo respondió en una red social: “Perdone, Sra Ministra. Recuerda la Constitución Española, art. 16 y 27? Los hijos son de los padres antes que del Estado. Los padres eligen la enseñanza de sus hijos, el Estado la garantiza y sirve. La subsidiariedad es del Estado, no de los padres. O suprimirán esta libertad?”
¿Los profesores de la concertada habláis de estos temas o no le dan importancia?
Naturalmente que hablamos, al cabo la preocupación por la retirada de los conciertos siempre sobrevuela las cabezas de todos los que trabajamos en la Concertada, unos veces con más razón que otras. En la actualidad, al arbitrio de los dirigentes políticos –las más de las veces llevados por la pulsión anticlerical que por la simple estadística o la cruda economía- hay que sumar la baja natalidad, lo que acrecienta el problema casi de manera exponencial. Sinceramente, me preocupa más esta última cuestión que la primera, que como dice el señor Obispo está bien garantizada por la Constitución.
7.- ¿Por qué crees en Dios? ¿Por tradición, por convicción, porque lo has visto…?
Por qué creo en Dios, me preguntas. En cierto modo como tú, yo me crié en una familia poco practicante, pero creo que de escondidas pero fuertes convicciones religiosas. He sido cofrade del Cristo de Medinaceli desde pequeñito por mi padre, que también lo era. Desde bien chico he asistido a misa con regularidad –recuerdo con amor aquellos domingos en los que mi madre me lavaba en un barreño para asistir a la Catequesis-, pero no fue hasta el estudio de la carrera cuando me paré a pensar en Dios de manera científica. Hoy, después de leer mucho acerca del tema –las obras de Francisco Soler Gil, John Polkinghorne y Rupert Sheldrake, por citar unos ejemplos-, la Ciencia me ha afirmado en la creencia. Y no, no lo he visto, ni siquiera he tenido una experiencia que pudiéramos llamar mística, pero a lo largo de mi vida he sentido su presencia tan cerca como para pensar que lo que me estaba sucediendo no podía ser obra de la casualidad.
8.- Hay una especie de obsesión por hacer creer que ciencia y fe son opuestas. A los jóvenes y compañeros tuyos que piensan así ¿qué les dirías?
En Matemáticas se dice que dos números son opuestos cuando al sumarlos dan como resultado cero. Pero cuando sumas Ciencia y Religión medidas en sus opuestas cantidades no se obtiene la nada como resultado, sino que en muchas ocasiones se obtienen resultados brillantes que empujan a ambas a su buen crecimiento. Y no se obtiene porque tienen objetivos diferentes: una intenta explicar el mundo según una determinada epistemología, la otra responder por qué existe ese mundo en vez de nada y si ha sido creado para alcanzar una determinada teleología. Si alguien quiere documentarse respecto de esta dicotomía, le recomiendo la lectura de La fuga de Dios, el último libro de Juan Arnau. En él se explican, a mi modo de ver, muy bien los porqués de este –intencionado por algunos- desencuentro. Arnau señala que fueron los ilustrados franceses, tan antirreligosos –recordemos que Voltaire se refería a la Iglesia como La infame y exhortaba a aplastarla sin miramiento alguno - , los que desprestigiaron cualquier forma de conocimiento que no estuviera basado en la razón y en el empirismo materialista, condenando a estas disidencias a la categoría de simples supercherías. Eso sin hablar de la leyenda negra que acompaña a la Iglesia Católica como represora de la Ciencia, tan desmentida ya por autores como Thomas Wood. En la supuesta falta de entendimiento Religión- Ciencia hay más de anticlericalismo que de razón y de buena fe.
Tanto a los jóvenes como a mis compañeros que así piensan les recomendaría que no se dejen llevar por el dogmático cientifismo inquisidor con el que se confunde en la actalidad a la Ciencia y que acudan a las innumerables fuentes que desmontan estas vulgatas antirreligiosas.
9.- ¿Qué piensas del aborto y la eutanasia que está al caer?
En esta pregunta, tan dificilísima de tratar y complicada de resolver para quien se define a la vez cristiano y liberal, se encierra el gran dilema de nuestra existencia como humanos. La respuesta a La gran pregunta que se hace John Horgan en su afamado ensayo El fin de la Ciencia y que de soslayo pone a Dios sobre la mesa: ¿Por qué hay algo en vez de nada? ¿Y por qué digo esto respecto de la eutanasia y el aborto? Pues porque para un creyente es imposible hablar de ellos sin tener presente el concepto de trascendencia y entender la vida como un regalo de Dios. Pero como no todo el mundo lo tiene, se impone un gran acuerdo que concilie el concepto liberal de la piel para dentro mando yo con el religioso para no estar tirándonos los trastos a la cabeza ad eternum. Aunque en esencia igual de homicidas -y teniendo todas las reservas que ya interpuso Crisinta Losada con su Morfina Roja respecto a desconfiar de la responsabilidad de asignar al Estado la decisión de acabar con la vida de una persona, es decir reconocer a algunos el derecho a disponer de otros, y lo que conllevaría respecto al tratamiento que debería otorgársele consecuentemente al suicidio y lo que supondría para la estructura ética de la medicina-, una ley despenalizadora de la eutanasia, sin compartirla, se me haría mucho más llevadera –básicamente por no implicar a inocentes terceros- que otra similar del aborto, que en ningún caso pienso debe considerarse un derecho sino un contravalor, un fracaso estrepitoso que hay que corregir y minimizar al máximo mediante la educación y tratar con la pedagogía suficiente para evitar que se convierta, como se demuestra en países como Cuba, sin más en un método anticonceptivo, y lo digo desde una perspectiva liberal, sin entrar siquiera en aspectos relacionados con la creencia. Expreso aquí lo que ya escribí hace tiempo en mi blog:
“En síntesis, el aborto es tenido por la mayor parte de los ciudadanos como una especie de contravalor –de ahí que se utilice el eufemismo interrupción voluntaria del embarazo-. Y los contravalores –bien lo sabemos los que trabajamos en la enseñanza- jamás deben ser respetados o ser considerados o convertirse en derechos, se sigan o no las consignas paquidérmicas del gurú progresista Lakoff y se haga pasar por blanco lo negro; a lo sumo, podrán ser tolerados cuando al converger circunstancias EXTRAORDINARIAS los hagan comprensibles y disculpables.”
Como ya he comentado, ambos temas, complejísimos por atender al bien más preciado que tenemos y a las circunstancias personales, a veces trágicas, que lo condicionan, requieren un debate social riguroso y serio, sosegado, tratado con talante conciliador y no con el trazo grueso y la hipocresía con el que determinadas asociaciones lo hacen. Y no quiero terminar sin defender el legítimo derecho que le asiste a la Iglesia a opinar e influir sobre estas cuestiones, que parece que por ser Iglesia le tiene que estar prohibido el participar en el debate de los asuntos públicos. Sobra decir que quien piensa y actúa de esta manera demuestra tener un explícito carácter totalitario.
10.- ¿Cómo o por qué te iniciaste a escribir y comentar sobre temas muy variados en las redes sociales? ¿Has tenido contrariedades, “algún enemiguillo” se ha colado?
Desde adolescente he tenido una marcada conciencia social, por no decir política. En el Instituto llegué a ser Delegado de Centro –diurno y nocturno-, y en la facultad me convertí en eso que ahora llaman activista, en un romántico que se siente capaz de poder acabar con las injusticias de este mundo a base de arrogancia juvenil no exenta de actitudes violentas y eslóganes baratos. Siempre desde posiciones, ay, libertarias de Izquierda. Así que pasar a escribir acerca de la falta de libertad de expresión en nuestro pueblo y hacer crónicas de los plenos municipales cuando aún no se televisaban desde un medio como el Foro Libre de la Ciudad de Pozoblanco fue un escalón demasiado fácil de superar, una consecuencia lógica. De ahí a la creación de Plaza Pública, y de esta a un par de blogs con diferente nombre pero con el mismo espíritu.
Escribir, como dijera aquel, es meterse en problemas, y cuando lo haces de manera pública los enemigos se te empiezan a reproducir como si fueran setas. Pero la satisfacción de escribir, y de escribir de la manera más libre que la vida te deja, no se paga con dinero; y todavía no he conocido enemigo capaz de contrarrestarla y acallarla. Y en esas estamos, Dios quiera que por mucho tiempo.
11.- Para los que se han casado estos días y los que ya están a las puertas, como un compañero tuyo de trabajo ¿puedes decirles tres cosas, que según tú, hacen que un matrimonio funcione, y que tú vives en tu matrimonio?
Al modo de Azaña con su reconciliador Paz, Piedad, Perdón que tanto bien les haría a algunos recordar y practicar, humildemente, les recomendaría Amor y Respeto –infinitos-, Paciencia –tanta como la del Santo Job, al menos-, y Libertad –tanta como responsabilidad con su pareja.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario