Pablo y Ana |
¿Cuántos nos habrán dicho ya que somos muy jóvenes? Pues sí, somos jóvenes... ¿Y para qué está juventud y esta libertad sino es para usarla, disfrutarla y entregar la vida? Pero, ¿cómo no dar el paso sabiendo que nos queremos y que Dios está con nosotros?
Porque eso lo tenemos claro, nos casamos porque tenemos la garantía de que Dios nos ha ayudado y nos ayuda en nuestra relación. Sobretodo nos ha ayudado a respetarnos y a perdonarnos siempre, sin mirar quién tiene la culpa o a quién le toca pedir perdón. En este tiempo también nos ha ayudado muchísimo el no tenernos el uno al otro idealizado, sabemos estupendamente los pecados propios y los del otro: no somos perfectos; por eso no podemos apoyarnos sólo en nosotros, necesitamos la oración, la Eucaristía, nuestra comunidad... necesitamos a Dios.
Esto es lo que queremos seguir viviendo en el matrimonio.
Así que como me ha dicho mi abuelo Carmelo: toca dar gloria a Dios.
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