Cristiano, procura que, cuando mueras, te den sepultura cristiana. Que tu cuerpo sea enterrado, para que tu carne dormida, realmente corrompida, espere la resurrección de los muertos. Porque esa carne que ha sido templo del Espíritu Santo resucitará el día que Cristo venga a buscar lo que es suyo: la carne del cristiano que vivió y murió con Él. ¿O no crees que Dios, que te creó del polvo de la tierra, es capaz de resucitar de la tumba tu carne corrompida?
La cremación es admitida por la Iglesia, no es contraria a ninguna verdad de fe. Más la tradición cristiana desde los primeros tiempos del cristianismo es enterrar a sus muertos (obra de misericordia). Los primeros cristianos eran enterrados rodeados de toda la comunidad, entre cantos de salmos y oraciones. Que nuestro cuerpo, que comió y bebió el cuerpo y la sangre de Cristo, siga el mismo destino que el cuerpo y la sangre de Cristo, y sea sepultado. No quemes tú la carne, puesto que Cristo resucitó en una carne como la tuya. También María fue asunta al cielo en una carne como la tuya.
No quemes este cuerpo que inició su camino en el Bautismo para esperar dormido a ser cubierto con la túnica nupcial de Cristo.
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