La mayoría de chicos aprenden a estudiar con naturalidad y algunos consejos de padres y maestros. Pero otros se atascan. Puede ser por varios motivos. En algunos casos tienen dificultades especificas con la lectura o las matemáticas, puede ser porque en casa hay mal ambiente, puede ser porque tengan problemas para concentrarse y mantener la atención o sencillamente no pueden estarse quietos. Por un motivo u otro, las tareas, el estudio o los trabajos escolares se han convertido en actividades problemáticas.
La hora de sentarse a estudiar es una batalla. El chico recibe más avisos que un mal torero. El chico trata de evitar ponerse a hacer algo en lo que cree que va a fracasar, el chico observa que se trata de una tarea pesada, que no controla bien y en la que no obtiene éxito. Por eso dilata el momento de inicio, evita lo más complicado, trabaja superficialmente, hace descansos cada pocos minutos. Al final, obviamente fracasa. Por un lado evita hacer algo que le resulta desagradable. Esto es una recompensa a su actitud de jugar al despiste. Por otro lado, recibe reproches y críticas que alimentan la idea de que el trabajo escolar es desagradable. Se ha creado un círculo vicioso que invita a los padres a lanzar esa frase lapidaria: “Mi hijo es muy listo pero muy perro”.
Romper esta dinámica requiere tiempo, energía y estrategia. Las principales pautas que podemos manejar son las siguientes.
1.- En primer lugar el chico o el joven debeaprender a conocerse a si mismo. Debe descubrir que es lo que se le da mejor, cuáles son sus principales distractores, reconocer si existe alguna dificultad en el aprendizaje, observar cuánto tiempo invierte en estudiar, realizar las actividades, cuáles son las mejores horas del día, qué pasos doy para estudiar un tema.
2.- Aprender a planificar. Una vez que conozco lo que puedo hacer, lo que debo hacer y el tiempo del que dispongo, es necesario escribir paso a paso lo que voy a hacer. Este ejercicio tiene un importante componente motivador, ya que el joven se compromete con un objetivo personal. Cuando lo cumpla, las endorfinas fluirán por su cerebro, se sentirá recompensado y mañana deseará buscar esa misma sensación.
3.- Crear ambiente de estudio. El cansancio, el malestar, el ruido, la ventilación, la estabilidad en el horario, el orden en la mesa, el sopor posterior al almuerzo, el frio o el calor, el whatsapp son todos elementos que deben ser tenidos en cuenta. Muchos cirujanos para operar tratan de mantener un protocolo rutinario en sus hábitos que les ayude a mantener un nivel de concentración elevado. Es necesario aprender a establecer nuestras rutinas y nuestros ambientes para fortalecer la concentración y evitar la desmotivación.
4.- Usar técnicas de trabajo intelectual. Es necesario aprender a leer de manera comprensiva, de manera crítica, aprender a analizar la información y conectarla con lo que ya sabemos o con noticias de la realidad. Las técnicas de subrayado, esquemas o resúmenes nos ayudarán a trabajar con profundidad, a usar vías de aprendizaje multisensorial y darle al material un sentido y una estructura personalizada.
5.- Recompensar el esfuerzo más que el resultado. La clave para los padres es descubrir que estudiar es una tarea compleja que se divide en minitareas. Si recompensamos con elogios o pequeños detalles la implicación del chico en la realización de cada pequeña dosis de esfuerzo, le ayudaremos a crear un hábito, aunque al principio los resultados no acompañen. Cualquier padre prefiere un chico trabajador, esforzado y sistemático antes que un chico con un 7 en mates. Los resultados llegarán, pero los pequeños hábitos, animados día a día configurarán las virtudes de la fortaleza, la templanza y la paciencia.
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