Viviendo aquella experiencia que describe el Evangelio de san Lucas 10,1s: «los envió de dos en dos a todos los pueblos y lugares… sin alforja, sin sandalias… llevando la paz a todos»

Con el grupo de Córdoba

Supe que iba a la Misión una semana antes de partir, me avisaron la tarde en que pusieron la calle a nuestro cura y sin pensarlo dije que sí.
El viernes 30 salí hacia Cabra, donde se celebraba la convivencia, íbamos 300 personas de toda Andalucía, Ciudad Real, Ceuta, Melilla y las Canarias. 
Estos días nos hemos dedicado a evangelizar por las calles y plazas, viviendo aquella experiencia que describe el Evangelio de san Lucas 10,1ss: «los envió de dos en dos a todos los pueblos y lugares… sin alforja, sin sandalias… llevando la paz a todos». El sábado tuvimos laudes y después por la tarde un acto penitencial y por la noche, la eucaristía. El domingo tuvimos también laudes y por la tarde hicimos el sorteo, para saber el destino al que íbamos. A Ramón mi compañero sevillano, y a mi nos tocó Algeciras. El lunes por la tarde partimos y ese día nos acogió una familia del Camino Neocatecumenal en su casa. Al día siguiente fuimos a hablar con un sacerdote para darle a conocer lo que íbamos a hacer esos días, y es que habíamos llegado allí para anunciarle a la gente el Amor que Dios les tiene a pesar de todos sus problemas y sus debilidades, siendo nosotros los más pobres, y este sacerdote, Don Jesús, de la Iglesia de La Palma, nos ha cogido en su casa el resto de días hasta el viernes noche. De todos estos días me llevo una experiencia indescriptible: hemos visto la miseria de algunas personas destrozadas; el gran corazón de otras que no parecen ser lo que son; un día hemos comido en un comedor de Cáritas como uno más (eso fue impresionante); y sin duda me he dado cuenta que lo mejor que puede darle a un pobre que pide en la calle no son 10, ni 20€, si no sentarte a hablar con él un rato y escucharle. Esto puede cambiar su situación y nuestra mentalidad.
El sábado 8 por la tarde volvimos a Cabra, y tuvimos una eucaristía con el obispo de Córdoba, don Demetrio que nos alentó a seguir cada día con esta misión.
Han sido unos días de encuentro con el Señor en cada lectura, cada palabra, cada persona.

Francisco Javier Escribano