¡Qué a gusto me he
quedado! ¡Mira que me gusta hablar…! Y además sobre este tema me siento como un
pez que nada en el agua. Por algo me he formado bien por investigadores
católicos y no católicos, y durante mucho tiempo, sobre medios contraceptivos,
consecuencias de los mismos, seguridad en el empleo de todos ellos, así como en
los comportamientos que la Iglesia llama lícitos, porque no cierran la puerta a
la vida, pues incluso dejando de tener una relación que consideraríamos
fértil en un momento verdadera y sopesadamente inapropiado, la Naturaleza no es
tuneada, como con los medios que se aplican contra la concepción. Curiosamente,
la mayoría de ellos surgieron para dar respuesta a los problemas de
infertilidad.
Ah, y otra cosa, como el matrimonio es
para toda la vida, los actos de amor también. Los católicos no nos jubilamos ni
porque ya no somos fértiles, ni porque según qué edades cuesta más o apetece
menos, sino que trabajamos porque nuestra vida sexual continúe lo más activa
posible, donándonos frecuentemente y sintiéndonos así uno parte del otro, como
una misma carne.
Imagino que de nuevo, ¡músicas celestiales! No lo tomen como una apología o como una larga disertación sobre el tema. Sólo una conversación, o mejor exposición, entre amigos, que sólo si vosotros lo veis conveniente se puede convertir en un diálogo.
Maricarmen
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