Obviamente decir que Dios existe porque lo sientes en tu corazón, normalmente, no le llama la atención a nadie. Lo mejor es reconocer lo que Dios ha hecho en nuestra vida y contar esa experiencia a los demás. A la gente no le atrae el catolicismo como concepto o verdad, sino como forma de vida. Porque la felicidad interesa a todos.
El testimonio llega más si es: alegre, breve y Cristo en el centro. Nada menos convincente y más aburrida que una lección de moral.
Y los debates solo sirven para radicalizar más las posturas. Creo que nunca ha ocurrido que alguien luego de un debate diga “ok, tienes razón y no solo eso, sino que me uno a ti”. Dios es un regalo que queremos compartir no algo desagradable pero que se debe tragar a regañadientes por tu propio bien, como lo hacemos con los niños pequeños.
El amor siempre es evangelizador… “Amaos los unos a los otros como yo os he amado...”
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