Traer al mundo un hijo es siempre una acto de esperanza. Nada se hace sin esperanza. Necesitamos de la esperanza como del aire para respirar.
Recordemos lo que dijo un día Jesús: «Quien recibe a un niño en mi nombre, a mí me recibe». Y al profeta Isaías: «¡Acrecentaste el gozo, hiciste grande la alegría, porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado!».
Es inevitable plantearse inmediatamente, a la luz de la Palabra, la pregunta: ¿por qué últimamente nacen tan pocos niños? El principal motivo no es de tipo económico. Los nacimientos deberían aumentar en sectores de la sociedad con mejores niveles de vida, y en cambio sabemos que ocurre exactamente lo contrario...
Lo dejamos aquí. Continuamos mañana en la celebración prenavideña con los niños y padres de la parroquia
Nos vemos mañana a las 12 hs.
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