PARROQUIA SAN SEBASTIÁN DE POZOBLANCO

miércoles, 2 de noviembre de 2016

Conmemoración de todos los fieles difuntos. Seis meses del nacimiento a la vida eterna de Don Juan Caballero

Mañana se cumple seis meses del nacimiento a la vida eterna de nuestro querido Don Juan Caballero. Si en el día de hoy o cualquier otro día, los que quieran visitar el lugar donde reposa sus restos mortales para hacer una oración, se encuentra en la galería que lleva el nombre de Santo Tomás, en la parte de arriba (como se puede ver en la imagen).

“…Por favor que no me quemen, que no se lo merece este cuerpo mío que ha acogido mi vida. Que no quemen estas manos cansadas de bendecir, de perdonar, repartir el Pan de Cristo su Paz, su Alegría, su Esperanza, su Amor. Que no quemen estos pies y estos brazos gastados de tanto caminar y alargarse para llevar mensajes del alma. Que no manden al fuego estos ojos, mis sentidos, mi corazón hechos para amar y consolar, para la Eternidad. Que no me quemen por favor....”  (Don Juan Caballero, testamento)

Hoy rezamos y ofrecemos la eucaristía por todos los fieles difuntos, pero lo primero que se nos viene a la mente son nuestros difuntos. Esos que son  “nuestros”. Por familia, por amistad, por... Están en nuestra memoria y en nuestro corazón. 

Para un no creyente, sólo se vive una vez, así que lo suyo es hacerlo de forma seria, importante, fecunda y alegre. Para un cristiano casi lo mismo, con la salvedad de que tras ésta hay otra vida infinitamente mejor, aunque nos la tenemos que trabajar a conciencia.


Sabemos que fuimos creados para la eternidad, que nuestra vida sobre la tierra es pasajera y que Dios nos creó para que, conociéndolo, amándolo y sirviéndolo en esta vida, gozáramos de Él, de su presencia y de su Amor Infinito en el Cielo, para toda la eternidad... para siempre.

A los que seguimos en la lucha de cada día nos hace muy bien pensar en la muerte y tenerla siempre delante. Eso sí, tenla presente sólo lo suficiente como para impulsarte… ¡a vivir plenamente!   Así la vida se hace más importante, más alegre… Dice un refrán: “para vivir plenamente, ten la muerte presente”. ¿No sé si estaréis de acuerdo…? Pero ¿cuánto desaprovechamos el regalo de nuestra existencia por vivir como si siempre fuera a ser así?  
En la vida hay muy pocas cosas seguras, pero la muerte es algo fáctico. Puedes estar seguro de dos cosas: una, es que en algún momento entraste a esta vida; dos, en algún momento vas a salir. ¿Cuándo? ¿Hoy, mañana…? No se sabe. Y no se trata de tenerle miedo. Gracias a la muerte la vida pasa a ser un privilegio, un regalo.

Hoy también es un día para reflexionar  sobre la forma en la que nos despedimos de nuestros seres queridos. Motivo por el cual he comenzado con unas líneas del testamento de Don Juan. 

Vi hace poco un anuncio de “tanatorio para mascotas”. Si se muere tu perro, te hacen una ceremonia conmemorativa y, una vez incinerado, te ofrecen una amplia gama de productos: figuritas caninas hechas con las cenizas del perro, llaveritos, colgantes, etc...

No recomiendo a nadie porque vale una pasta, dicho sea de paso. Y otro tanto sucede con los humanos. Hay desde el hincha del Betis, cuya familia llevaba la urna con sus restos a los partidos del Villamarín a los cutres que las guardan en el garaje dentro de una bolsa de Mercadona o Carrefour  sin saber muy bien qué hacer con ellas -cuesta creerlo, pero es un caso real… 

Los restos de “un católico”, se entierren o incineren, tienen que estar en lugar sagrado, para preservar la dignidad del cuerpo. Así se evita la posibilidad de olvido, falta de respeto y malos tratos, que pueden sobrevenir sobre todo una vez pasada la primera generación.

Lo de repartir las cenizas entre la sierra, en torno a la ermita de la Virgen de Luna, el jardín de la Parroquia o en el mar no parece lo más apropiado, así como tampoco usarlas para hacer una mesita para la Termomix, o tenerlo encima del televisor. 

Es muy respetable lo que cada cual disponga para sus difuntos; solo que, si uno es creyente, y más concrétamente católico, la forma de proceder con los restos mortales requiere otra delicadeza otro trato.  Que el recuerdo de los que han pasado ya a la vida  Eterna sea lo más digno posible, si es posible sin horteradas de Lladró ni extravagancias. 

Si alguno ya ha procedido aventando a sus difuntos por el aire que no tenga cargos de conciencia, lo hecho, hecho está, pero que en adelante lo tengamos en cuenta...

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