PARROQUIA SAN SEBASTIÁN DE POZOBLANCO

domingo, 6 de marzo de 2016

IV Domingo. Allí donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia (Rm 5, 20).


Serenata de la Pasión IV Domingo
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 15, 1-3. 11-32 
Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. Los fariseos y los escribas murmura­ban, diciendo: «Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos» Jesús les dijo entonces esta parábola: «Un hombre tenía dos hijos. El menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte de herencia que me corresponde." Y el padre les repartió sus bienes. Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa. Ya había gastado todo, cuando sobre­vino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones. Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos. El hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. Entonces recapacitó y dijo: "¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre!" Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: "Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros." Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente, corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó. El joven le dijo: "Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo." Pero el padre dijo a sus ser­vidores: "Traigan enseguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos, porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado." Y comenzó la fiesta. El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza. Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó qué significaba eso. El le respondió: "Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo." El se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara, pero él le respondió: "Hace tantos años que te sirvo sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos. ¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!" Pero el padre le dijo: "Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado"»


Y uno se pregunta cómo, teniendo esta parábola, tantos cristianos hayan podido crear en su mente ciertas imágenes terroríficas de Dios.

Tanto más impresiona la parábola cuando descubrimos el sentido en la escritura de lo que significan los gestos del padre. El vestido no era entonces solamente abrigo ni adorno. En la antigüedad no existían condecoraciones: cuando un dignatario o un rey quería señalar a alguien por algún importante servicio no le daba medallas: la condecoración era un vestido sacado del vestuario real. 

 “Deben darse los vestidos, y el caballo a uno de los servidores más principales del rey,para que vista al hombre a quien el rey desea honrar; y le hará cabalgar sobre el caballo por la plaza mayor de la ciudad gritando delante de él: « ¡Así se trata al hombre a quien el rey quiere honrar! »” (Est 6,9).
 Dijo Faraón a José: « Mira: te he puesto al frente de todo el país de Egipto. » Y Faraón se quitó el anillo de la mano y lo puso en la mano de José, le hizo vestir
ropas de lino fino..., Así le puso al frente de todo el país de Egipto.

 El hijo no solamente es abrigado, sino condecorado, elevado. Tampoco el anillo era mero ornato, era el sello que se colocaba sobre la tablilla de barro, sobre la cera y que servía de firma de órdenes, de nombramientos. Signo de autoridad, de poder, de cheque en blanco, signo de transmisión de poder, de plena confianza. El calzado era un lujo, solo el hombre libre y rico lleva calzado: el hijo no debe andar más descalzo como un esclavo, como un jornalero.

Tampoco el comer carne era habitual, solo se hacía en ocasiones reservadísimas, bodas, nacimientos, significaba fiesta de alegría para toda la casa. Toda la Iglesia está implicada en la alegría del regreso del que se ha marchado. "Hay más alegría en el cielo por un pecador que se convierte que por noventa y nueve justos que piensan que no necesitan convertirse" (Lc 15, 7).

La parábola, en el fondo, no insiste ni en el arrepentimiento del hijo menor a quien deberíamos imitar, ni en la actitud necia e infantil del primogénito que deberíamos evitar. La figura central es la del Padre, todo lo contrario del padre freudiano, castrador, enemigo de la libertad del  placer y alegría: es el padre que busca, que ama, que lleva a ser adulto, que viste, que adorna, que libera, que, más aún, transmite su poder, su ser, su alegría, su modo de amar... 

Frente a una cierta concepción excesivamente legalista del cristianismo, en la cual el pecado se definiría como violación de normas y, su malicia, como ofensa a Dios digna de terribles puniciones y castigos, el evangelio nos muestra al pecado como una situación existencial de lejanía y de desdicha que el mismo hombre extraviado se inflige a sí mismo y de la cual un Dios conmovido, lejos de estar ofendido, quisiera recuperarlo, liberarlo, volverlo a la vida.


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