PARROQUIA SAN SEBASTIÁN DE POZOBLANCO

viernes, 7 de agosto de 2015

Domingo XIX. “Levántate, come, que el camino es superior a tus fuerzas”

   La primera lectura de este Domingo relata la huida de Elías, el gran profeta del Antiguo Testamento, porque su misión  no tiene éxito. Está al límite de sus fuerzas y, como los decepcionados de la vida, emprende el camino de lo fácil: huye. Pero Dios le sale al encuentro con pan y agua, alimento que le devuelve las fuerzas. Lo que a Elías le salva de la muerte es el pan que Dios le prepara. Hoy sigue siendo esto una realidad. También nosotros, como el profeta, en muchas ocasiones, nos encontramos al borde de las fuerzas, cansados, desanimados, desfallecidos… Nosotros, alimentados sólo con nuestros proyectos, nuestras ideas, con nuestras fuerzas y cualidades descubrimos en muchas ocasiones que perecemos en el intento de llevar a cabo nuestra misión por muy elegidos de Dios que seamos, o nuestros proyectos vemos que no se realizan. La vida nos desgasta, el camino nos suscita hambre, se hace cuesta arriba. No sirve de nada comer una vez o dos. El hambre y la sed vuelven constantemente. Hay alimentos que sólo alimentan para un momento. Lo que Dios propone a los que creen en él es un alimento que dura. Yo creo que por poca experiencia de vida cristiana que tengamos, hemos aprendido que las cosas de Dios son de Dios y no las manejamos según nuestros criterios. Lo que tenemos que hacer es acoger a Jesucristo en nuestra vida, su Persona, sus Palabras “el Evangelio”,  de manera incondicional. “Todo el que escucha lo que dice el Padre y aprende viene a mi”. No creemos en Jesucristo para hacer cosas o tranquilizar la conciencia. Creemos para tener como alimento a Dios. Todo lo demás es consecuencia de esto.

   No olvidemos esta verdad fundamental que se nos ha revelado: La Eucaristía se nos da como alimento para el camino. “Levántate, come, que el camino es superior a tus fuerzas”. El camino de la vida cristiana es superior a nuestras fuerzas. Y hemos podido sentir el cansancio y el desánimo. “Yo soy el pan vivo bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo". 

   El alimento del cuerpo es necesario, y se nos pide socorrer a los que viven en la indigencia. Pero más que nunca hay muchos contemporáneos nuestros que se mueren sumidos en una vida sin sentido, sin grandes razones para vivir porque no conocen este alimente que da vita. Jesús es la respuesta al hambre de sentido, a la desesperanza.

   Te animo a dar fe a la Palabra, y sin que ocurran cosas sorprendentes experimentaras la fuerza y la providencia de Dios.

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