Paco, Marivi y sus hijos |
Y la
pregunta es, ¿y cómo hemos llegado hasta aquí? Pues la verdad es que ha sido
algo no planificado. Después de siete años casados, y tras haber visto que el Señor nos ha cuidado mucho tanto
antes como después de casarnos, decidimos ofrecernos a la Iglesia convencidos de que el
Señor nos seguirá cuidando, igual que un padre cuida de sus hijos.
Tanto
Marivi como yo hemos estado siempre en la Iglesia, ella aquí, en
Pozoblanco, y yo en Villanueva. Nuestros padres nos bautizaron cuando nacimos y
nos enseñaron a vivir de forma cristiana. Los dos somos parte de familias
numerosas: Marivi es la cuarta de nueve hermanos y yo, el mayor de diez. Cuando
teníamos 14 años, nuestros padres nos invitaron a hacer unas catequesis, las del
Camino Neocatecumenal, y esa fue la primera vez que nos vimos. En esas
catequesis escuchamos que Dios nos quiere tal y como somos y que siempre nos
muestra su amor en las cosas que nos suceden cada día.
Durante el
curso, nos veíamos poco y el teléfono era nuestro gran aliado. Los veranos eran nuestra mejor época,
pero la distancia lo hacía todo duro. Además, en Madrid, yo me aparté un poco de la Iglesia: comencé a salir
mucho, a beber, mucha fiesta... cosas que pasan. Sin embargo, el Señor me
cuidó mucho esos cinco años porque no caí en la droga a pesar de haber tenido oportunidades de hacerlo. Todas
estas cosas y la sensación de que seguíamos el uno con el otro solo por tener el cariño de
alguien, hizo que en 2004 cortáramos un tiempo. Ese periodo supuso
un vuelco para nuestra relación, porque los dos nos plantemos si realmente nos queríamos, qué esperábamos de
esa relación, etc.
Envío de familias a la misión por el Papa Francisco. Febrero 2014 |
Yo terminé mis
estudios en 2005 y me fui a trabajar a Valencia; Marivi aún estaba
estudiando en Córdoba. Fue entonces cuando decidimos que, cuando ella terminase sus
estudios, nos casaríamos, y pusimos fecha para diciembre de 2006. Durante los meses de
espera vimos milagros, grandes. Siempre digo que en las grandes decisiones de
la vida, si uno quiere vivir de forma cristiana, es donde hay que plantearse cuál es la
voluntad de Dios. Y, para mí, esa voluntad se manifiesta en la historia: si los caminos se allanan
tras tomar la decisión, todo va bien, pero si comienzan a surgir problemas graves...
entonces es que quizá eso no convenía. Pues esos meses fueron muy claros para mí. Yo ganaba mil euros al mes y
Marivi terminó sus estudios en junio. Ella consiguió
otra beca de
investigación de mil euros al mes, encontramos un piso en Valencia que se amoldaba
a lo que buscábamos, pudimos amueblarlo con lo que la gente nos adelantó como
regalo de la boda, pagamos el convite con los regalos, el viaje de novios e
incluso nos sobró dinero... pequeños milagros... milagros de andar por casa, que dice un amigo.
Y nos
fuimos a vivir a Valencia, lejos de nuestras enormes familias, que vivían en
Villanueva y Pozoblanco. Allí tuvimos momentos difíciles, en los que la soledad y la distancia de los nuestros hacían mella,
pero nos encontramos con una "segunda familia", una comunidad y una
parroquia, la de San Martín, de Valencia, que nos acogieron como si fuésemos hijos de amigos suyos.
Otro milagro. Y pronto ocurrió otro: Marivi estaba embarazada y Miriam nació
nueve meses después de
casarnos. Y con la llegada de un hijo, la vida cambia, porque aprendes que tu
vida ya no te pertenece, sobre todo si tu hija se tira 15 días
llorando y durmiendo sólo 8 horas al día y ninguna coincide de noche. Ahí
es cuando aprendes
que la vida no te pertenece, porque no puedes hacer nada por solucionar lo que
te hace sufrir, y aprendes que no estás tan lejos de esos que
maltratan a los bebés, porque la falta de sueño y desesperación saca lo
peor de uno, y aprendes paciencia, mucha más de la que pensabas que existía, y
aprendes a valorar cosas que nunca antes valorabas.
Un mes
después, todo era normal, y menos mal. Pero pronto Marivi tuvo que volver a
trabajar y Miriam tuvo que ir a la guardería. Desprenderse de un bebé de
escasos cuatro meses es duro, sobre todo fue duro para Marivi, pero Miriam
maduró muy rápido, y eso nos ayudó, porque 14 meses después nació
Noemí. Era
mucho más pequeña que Miriam, apenas lloraba, pero comía mucho menos y a ese problema
no nos habíamos enfrentado antes.
Con dos
bebés y lejos de la familia... la cosa era complicada, sobre todo cuando
tres meses después del nacimiento de Noemí, Marivi tuvo que pasar una
semana en el hospital por una neumonía. Pero esa "segunda
familia" salió en nuestra ayuda. Aún recuerdo la conversación de Marivi en el hospital con
la compañera de habitación después de que tres personas distintas pasaran las noches con ella en el
hospital y ninguna fuera familiar directo (yo me quedaba en casa por las
noches, porque Miriam tenía otitis y le estaban saliendo los dientes y apenas dormía).
Todo se
arregló y cinco meses después vino otro embarazo. Pero este fue distinto. A los dos meses de
embarazo, el bebé no había crecido, su corazón no latía... había muerto. Era otra experiencia nueva. La vida no nos pertenece, me
repetía mentalmente. Lo llevamos con paz, mucha paz, esa paz que da el saber
que tienes un padre que te cuida en los momentos buenos y en los no tan buenos.
Otro momento del envío de una de las familias. |
Y llegó febrero
de 2011, el mes que nos grabó a fuego que la vida no nos pertenece. Un sábado cualquiera, Miriam se
levantó con la boca llena de pupas por dentro. Parecía varicela. La vestí para
llevarla al médico, pero cuando le quité los pantalones vi que sus
piernas estaban llenas de cardenales, grandes cardenales. El corazón me dio
un vuelco porque hacía unas semanas un compañero de trabajo de Marivi había sido
ingresado por leucemia y los cardenales en las piernas fueron la señal.
Marivi estaba embarazada, ya fuera de cuentas, y Paquito quería
nacer... Me fui corriendo con Miriam al hospital. Una analítica. Las
plaquetas muy por debajo de los mínimos...
leucemia descartada, pero había un gran riesgo de hemorragia interna... Y Marivi fuera de cuentas...
No pude decirle la verdad, le dije que tenía bajas las plaquetas, pero no
el nivel real. A mis padres sí, y vinieron rápido desde 500 km. También se lo dije a su padrino, que
también recorrió 500 km para venir a ayudarnos. Y toda nuestra "segunda
familia" se volcó con nosotros. Tras tres días en el hospital, los niveles
de plaquetas no subían lo suficiente... "Señor Jesús, hijo de David, ten piedad de
mí, que soy un pecador" era
lo único que repetía mentalmente las interminables horas en el hospital... Y tuvo piedad.
Tras siete días, Miriam se recuperó y nos fuimos a casa. Eso sí, había que
vigilar que no le saliesen cardenales o que no sangrase por la nariz; si lo hacía, había que
volver rápido al hospital, y así ocurrió
varias veces en los
meses siguientes. Y tres días después nació Paquito.
A esas
alturas yo ya casi pensaba que vivía en el hospital, pero todo había sido
perfecto, porque había podido estar con Miriam y ahora con Marivi y Paquito. Marivi lo había pasado
mal en el embarazo con varices, pero los médicos no parecían darle
demasiada importancia. Y 15 meses después, nació Samuel,
nuestro cuarto hijo. Un parto largo, pero estuvimos totalmente atendidos por un
ángel en forma de matrona. Un verdadero milagrazo. Nunca hemos podido
agradecérselo...
Por
aquellos entonces, ya tenía totalmente asumido que la vida no nos pertenece. Ahora los médicos sí se habían fijado
en las varices de Marivi y eso era prioritario. Fue un periodo largo, de casi
un año, hasta que nos dijeron que tenían que operarla. Esa noticia la
recibimos en junio de 2013.
Y tras el
verano, en una convivencia, Marivi y yo hablamos. El Señor nos
había cuidado muchísimo en Valencia, lejos de nuestras familias, y nos había dado
otra "segunda familia" que nos apoyaba y nos cuidaba, que rezaba por
nosotros... Teníamos muy claro que nuestro sitio estaba en Valencia, pero... ¿y por qué no en
otra parte? "Si nos ha cuidado así
aquí, lejos de
los nuestros, lo hará en cualquier sitio, y si sólo salen trabas, pues no nos
vamos a ningún lado, pero que no sea por nosotros", me dijo Marivi. Y así fue, nos
presentamos voluntarios para ayudar a la Iglesia en cualquier parte del mundo.
"Señor, tú verás lo que
haces. Tengo claro que la vida no nos pertenece, que la llevas tú, así que tú verás. Si
quieres que vayamos de misión fuera, allana los caminos; si no, pon trabas, muchas trabas",
era lo que yo decía al Señor la mañana siguiente de presentarnos voluntarios. Y el Señor se lo
tomó en serio. La Iglesia, a través de uno de sus ministros, nos
invitó diez días después a ir a una convivencia internacional y en esa convivencia nos
preguntaron si estábamos dispuestos a ir a Riga. Y dijimos que sí. Y así es como
el Señor hace las cosas con nosotros, rápido. Un mes después de
presentarnos voluntarios, ya teníamos destino. Pero aún tenían que
operar a Marivi... Y unos quince días después la
llamaron para darle fecha de la operación. Yo sentía como si
el Señor hubiese puesto en marcha una apisonadora y nos hubiese dicho que lo
siguiésemos... estaba derribando todos los muros.
Tras la
operación de Marivi, fuimos a Roma toda la familia para una audiencia con el
Papa. Un fin de semana de locos, durmiendo 4-5 horas, acogidos por una familia
maravillosa de Roma, una vuelta en avión con 4-5 horas de retraso y con
los cuatro niños... De locos, pero contentos. El Papa nos había dado su
bendición para ir a la misión.
Domingo 19 de octubre celebramos el DOMUND |
Tenían que
volver a operar a Marivi de varices en la pierna y ya teníamos
cita, pero esta vez habría que esperar; Marivi estaba
embarazada de nuevo. En agosto tendríamos que habernos ido a Riga,
pero estamos esperando a que nazca Javier y a que operen a Marivi y partiremos
a la misión después de Navidad, cuando encontremos casa allí. Nuestros hijos están contentísimos y
no paran de decir a sus amigos que nos vamos de misión a otro país porque
allí hay mucha gente que no conoce a Jesús. Ya
hemos hablado con los profesores de aquí, porque nos iremos a mitad de
curso, si Dios quiere. Yo ya he dejado mi trabajo en la Universidad y ahora
estamos todos a la espera, contentos y un poco nerviosos, todo hay que decirlo,
pero con mucha paz.
La mayoría de la
gente que ha hablado con nosotros sobre nuestra misión nos dice que somos unos
valientes, pero yo siempre digo que no es cierto, que el valiente es el Señor, que
se fía de nosotros, porque no somos mejores que nadie, no más buenos
que nadie, ni más humildes que nadie; no. Somos gente que hemos experimentado que de
verdad el Señor actúa en nuestras vidas y nos cuida; a veces no nos cuida como nosotros
pensamos que sería conveniente, como les ocurre a los hijos con los padres, pero sin
duda nos cuida. "Señor, termina en nosotros la obra que has comenzado" es la oración que más me nace
estos días. Que así sea.
Cuando ya estéis en Riga esperamos noticias… Rezaremos por vosotros.
ResponderEliminar¡Que bien empezamos Octubre..! mes dedicado a las misiones.
ResponderEliminarEstaremos muy pendientes de vosotros... Contad con mis oraciones
Muchas gracias!!! Por supuesto que tendríes noticias nuestras!
ResponderEliminarContento por este testimonio y por ser testigo directo de muchos de estos milagros. Unidos en la oración!!!
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