“Id también vosotros a mi viña”
Nos dice el Evangelio de este domingo que el dueño de la viña salió a
distintas horas del día, a la mañana, al mediodía y al atardecer, y en
cada una de ellas ofrecía trabajo a nuevos operarios: “Id también
vosotros a mi viña…” (Mt 20,4), contratando a cada uno de ellos por un
precio ajustado. La viña del Señor es la Iglesia, es el mundo entero.
Dios nos llama a todos y cada uno a su viña, nos ofrece trabajo, nos da
una misión. En la viña del Señor no hay paro, en la Iglesia y en nuestro
mundo contemporáneo siempre hay tarea. Lo que hace falta son ganas de
trabajar.
Porque el trabajo no se mide en primer lugar por la remuneración,
aunque sea necesario el dinero para sobrevivir. No es remunerado el
trabajo de una madre o un padre con sus hijos. No es remunerado el
cariño dado a los ancianos. No es remunerado el trabajo de dedicación a
los pobres y a los últimos. No es remunerado el tiempo que dedicamos a
la oración. El trabajo no se mide por el salario. El trabajo es la
acción humana colaboradora con la obra de Dios. Ya desde la creación,
Dios llamó al hombre para acabar su obra. El trabajo es trabajar-con, es
poner al servicio de los demás las propias capacidades para hacer un
mundo mejor. En último término, “la obra de Dios es ésta: que creáis en
el que él ha enviado” (Jn 6,29). Es decir, lo importante es responder
cuando cada uno es llamado.
“Id también vosotros a mi viña” es una invitación y una llamada a
trabajar por la expansión del Reino de Dios. Un reino de verdad y de
vida, un reino de santidad y de gracia, un reino de justicia, de amor y
de paz. A esta viña, a este trabajo somos llamados todos, a distintas
horas, pero hay trabajo para todos. Cuántas veces se oye decir: Pero,
cómo no me he dado cuenta de esto anteriormente. Y la respuesta es muy
sencilla: además de que me haya hecho el sordo, está que Dios tiene su
agenda y su reloj. Y El llama a cada uno a la hora que quiere: en la
mañana, a mediodía o al atardecer. Para esta tarea, nunca es tarde si la
dicha es buena.
El salario ajustado era de un denario por jornada, es decir, un
precio altamente desproporcionado. Y es que en la colaboración con Dios,
a poco que pongamos, él lo multiplica por infinito. Nuestra
colaboración ensancha nuestro corazón y lo capacita para llenarse de
Dios. La recompensa final es el cielo, la vida eterna con él en la
felicidad del cielo. Por eso, “a jornal de gloria, no hay trabajo
grande”, repite un himno de vísperas, pues la gloria siempre será un
premio desmesurado por parte de Dios, que lleva incluido un merecimiento
por parte nuestra.
Y al recibir el premio, en el que queda pagado todo merecimiento,
toda justicia, los de la mañana se quejaron de recibir el pago ajustado,
que era el mismo para los de la tarde. Brota la envidia al compararse
con otros, y en el fondo de la envidia está el considerarse
menospreciado, querido menos. La envidia es el único pecado que nunca
produce gozo, y muchas de nuestras tristezas provienen de ahí, de
compararnos con otros y sentirnos menos amados, menos afortunados. La
respuesta del dueño es la respuesta de Dios a nuestras quejas y
reivindicaciones: no te hago de menos si te doy lo que hemos ajustado,
si te doy un salario desmesuradamente grande. Si al otro le doy lo
mismo, es por sobreabundancia de misericordia para con él. Y “¿vas a
tener tú envidia de que yo sea bueno?”
El Dueño apela a su propia libertad para gestionar sus asuntos. En la
libertad de Dios, él reparte a cada uno los dones que considera
oportunos. Cuando se oye decir que Dios ama a todos por igual, no es
verdad. Dios ama a cada uno con amor desbordante, capaz de satisfacer
con creces las necesidades de cada uno, pero dándole a cada uno su
medida, que no es la misma para todos. No le ha dado lo mismo a María
Santísima que a cada uno de nosotros.
“Id también vosotros a mi viña” es una invitación a trabajar con Dios
en la obra de nuestra santificación y la de los demás. Es un trabajo
apasionante y el jornal no puede ser más desbordante.
Recibid mi afecto y mi bendición:
+ Demetrio Fernández, obispo de Córdoba
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