El niño desprenderá el olor del crisma, desprenderá “el buen olor de Cristo” si permanece unido su Iglesia.
El Señor no nos ha elegido y dado una misión para que seamos los más numerosos. Nos ha puesto en esta generación como esa pequeña cantidad de levadura: la levadura de las bienaventuranzas y el amor fraterno donde su Reino, su amor, se haga presente.
“El problema no es ser pocos, sino ser insignificantes, convertirse en una sal que ya no tiene sabor de Evangelio, o en una luz que ya no ilumina”. (Papa Francisco).
El primer campo de trabajo siempre, siempre, serán los padres, serán las familias, serán las catequesis de adultos... porque de un matrimonio cristiano pueden salir hijos cristianos.
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