PARROQUIA SAN SEBASTIÁN DE POZOBLANCO

miércoles, 6 de febrero de 2019

Clara Bermejo Moreno también comparte con nosotros su experiencia de la JMJ de Panamá.

Me llamo Clara Bermejo Moreno, y aunque soy de Pozoblanco vivo mi fe en la segunda comunidad de la parroquia de la Asunción de Dos Torres. 

Recientemente he tenido la oportunidad de poder asistir a la jornada mundial de la juventud con el Papa Francisco, que se trata de un evento organizado por la Iglesia Católica para reunir a los jóvenes cristianos de todo el mundo.  Este año ha sido en Panamá. Hemos ido un grupo de 50 peregrinos en su mayoría de Córdoba. 
Las JMJ no se limitan al encuentro de jóvenes, sino que existen unos días previos de catequesis, encuentros de oración, participación de los sacramentos,-especialmente el de sacramento de la penitencia- Por eso, nosotros hemos tenido la suerte de vivir todo esto en Managua, la capital de Nicaragua, junto a los hermanos de la parroquia de Monte Tabor.  Muchos de ellos nos han acogido en sus magníficas casas y nos han tratado genial!!!! Yo me hospedaba con otra chica de Córdoba en la casa de dos chicas de Managua que eran de mi edad y vivían juntas, puesto que, trabajaban en la capital pero procedían de otras partes del país. La convivencia con ellas ha sido estupenda. Nada más llegar recibí un regalo de ellas con una cartita dedicada a mí. Nos abrieron las puertas de su casa y de su corazón sin conocernos y no es fácil abrir la casa, pero abrir el corazón es aún más difícil.
 

Durante estos días de preparación del encuentro pudimos compartir muchos ratos de risas, canciones, fotografías, oración y muchísimas ganas de pasarlo bien, ya que la vida de fe no está reñida con la diversión. Los hermanos de allí nos llevaron a ver ciudades preciosas en las que hemos visto espectaculares paisajes, volcanes y catedrales. De todos estos días me llevaba un montón de nuevos amigos y amigas, especialmente a mí me han ayudado mucho las experiencias de vida de todos los hermanos, puesto que, todos los días después del rato de oración tocaba escuchar a quiénes se decidían a contar sus experiencias de fe, que sin duda han sido enriquecedoras para todos. 

Después de varios días allí, compartiendo su cultura, su historia y su gastronomía partimos hacia Panamá, haciendo una noche de descanso acogidos una vez más en Costa Rica. En esta ocasión me alojé en la casa de una familia de cuatro hijos, de los cuáles dos ya se encontraban casados y no residían en ella. También fueron muy hospitalarios y me pidieron que rezara por una de sus hijas que se encontraba enferma.
 
Llegados a Panamá nos alojamos en un gran hotel y la tarde anterior a la eucaristía con el Papa Francisco nos dirigimos al lugar del encuentro y allí estuvimos disfrutando de la Vigilia con más risas, cantos y bailes. El Papa nos dio palabras de ánimo y nos invitó a confirmar nuestra fe y ponernos a caminar como cristianos cuanto antes. Recuerdo que repitió varias veces la importancia “del ahora” indicando que no debemos dejar pasar las oportunidades de mostrar nuestra fe en los acontecimientos de nuestra vida. También nos recordó que la educación, el trabajo, la familia y la comunidad son ejes estructurales que nos mantienen con vida y capacidad de dar vida a los demás. 

Al día siguiente, tuvimos otro encuentro con el iniciador del camino neocatecumenal y el equipo de responsables a nivel mundial. Se trataba de un encuentro  principalmente vocacional y en él también se reunían muchos hermanos de todo el mundo. Al final del encuentro, 700 chicos, 650 chicas y 600 familias confirmaban su llamada a la vida consagrada y a la evangelización.  Para mí realmente ha sido increíble comprobar de primera mano que en 2019 hay muchas personas dispuestas a dar y desgastar su vida para que otros sean felices conociendo la Iglesia, ya que, contradictóriamente, estoy acostumbrada a escuchar a la mayoría de la gente argumentar que este hecho les parece ridículo. Yo, sin embargo, he comprendido que realmente  es más feliz el que da que el que recibe, y el que comparte que el egoísta que vive para sí mismo y que dado que sólo tenemos una vida y hay que vivirla al máximo, como nos incita la sociedad, merece la pena vivirla así: “al máximo” que no es otra cosa que compartiendo, ayudando y amando. 


Después de varios días en Panamá y con la alegría de estos encuentros nos volvimos hacia Nicaragua dónde tuvimos una gran fiesta de despedida con los hermanos que nos habían acogido y que además viajaron y compartieron los encuentros con nosotros en Panamá. Después nos dispusimos a volver a España y continuar nuestra vida de cada día aceptando y aprendiendo a recibir lo que Dios nos tenga preparado.  

Me despido con la frase que se despedía el Papa en el encuentro “no olvidéis lo vivido en Panamá” que da ánimo y esperanza. 
Deciros que a mi sin duda alguna, me gustaría participar de la próxima JMJ que será en Lisboa y animo a todos los que leáis esto a que vayáis porque merece la pena!!!



1 comentario:

  1. La mejor peregrinación de la historia sin duda alguna!!!

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