A la derecha, Antonio Merino en la presentación de su libro "Añora y sus fiestas". |
Con Antonio Merino no compartimos la misma fe, y no vamos a estar de acuerdo en algunas de sus opiniones y reflexiones, pero eso no es impedimento para un diálogo constructivo y propiciar un debate sobre el tema en cuestión.
Soy un noriego al que le apasiona la cultura de Los Pedroches.
2. Desde hace varios años la población en Los Pedroches no deja de descender. Según los datos que manejas de nuestra comarca ¿qué futuro nos aguarda?
No es un problema exclusivo de Los Pedroches, sino del mundo rural en general. La población tiende a agruparse en las grandes ciudades y en algunas zonas geográficas muy concretas. El futuro es imposible de prever, pero, de seguir esta tendencia, se agudizarán algunos de los problemas que ya se manifiestan: menos servicios públicos de sanidad y educación, necesidad para los jóvenes de emigrar ante la falta de oportunidades laborales, envejecimiento profundo de la población… No es arriesgado aventurar que algunos pueblos acabarán despoblándose por completo en pocas décadas. Los Pedroches vienen perdiendo unos quinientos habitantes anuales durante los últimos años. Es una tendencia insostenible.
3. Parece ser un problema al que nadie quiere hincarle el diente ¿Es un tema que no figura en la agenda de la política local? ¿Cómo se podría concienciar a la sociedad de la gravedad del problema?
Yo creo que los políticos locales comienzan a concienciarse del tema, pero, sinceramente, pienso que no saben cómo abordar las soluciones, no saben realmente qué hacer. Por eso el tema de la despoblación apenas aparece en el discurso público. Tan solo en los últimos años parece que comienza a hablarse de él, pero más en términos de diagnóstico que de abordarlo desde sus raíces. La sociedad tampoco parece haber comprendido del todo la delicada situación en la que nos encontramos. Cada vez que se reduce un maestro en un colegio, se unifican unidades escolares, se acortan los horarios en un consultorio médico o se cierra un cuartel de la Guardia Civil, se interpreta como una consecuencia de la mala gestión política, cuando en realidad es una consecuencia evidente de la despoblación. Pocas personas no pueden tener los mismos servicios que muchas, es el análisis que se hace desde la administración. Cuanto más se reduzca la población, menos servicios tendremos. De seguir así, no tardará el momento en que se cerrarán colegios. Ante esto, la sociedad tiene que reaccionar y exigir soluciones, pero no soluciones inmediatas y a corto plazo para que vuelva un pediatra o para que se reponga un maestro, sino más profundas. Una solución integral para el mundo rural, que requiere el mantenimiento de los servicios públicos aunque no sean rentables económicamente. Es muy difícil abordar el tema y llevará décadas revertirlo, pero en algún momento habrá que comenzar, antes de que sea demasiado tarde, si es que no lo es ya.
4. ¿Qué consecuencias inmediatas tendrá en nuestros pueblos la baja tasa de natalidad?
No creo que la baja tasa de natalidad sea en sí mismo el problema principal. Está claro que se trata de un elemento básico, pero no el único que será preciso abordar. Por ejemplo, daría igual que nacieran el doble o el triple de niños que en la actualidad si en cuanto sean jóvenes tienen que marcharse fuera a estudiar y a buscar trabajo: acabarán asentándose en otro lugar y no volverán. La clave está en ofrecer oportunidades en el propio territorio para que la gente no tenga que emigrar de forma obligatoria, es decir, que quien quiera pueda desarrollar su vida aquí, con la misma calidad que en las ciudades.
Por otra parte, por los medios de comunicación estamos viendo que cada día llaman a las puertas de nuestro país cientos de personas procedentes de otros países buscando ellos también oportunidades que no encuentran en sus lugares de origen. Quizás sería una buena solución, en lugar de levantar muros y alambradas, abrirles la puerta, con la regulación que se establezca, y permitirles que se asienten junto a nosotros, que contribuyan a solucionar nuestro problema, a la vez que el suyo. Está demostrado que los inmigrantes constituyen un sector de población dinámico y emprendedor y que con su trabajo y su capacidad de superación contribuyen a elevar el nivel de vida de los lugares en los que se asientan, siempre que encuentren un entorno favorable.
5. La solución es obvia, hay que tener más hijos. ¿Pero por qué crees tú que han ido desapareciendo en nuestros pueblos las familias numerosas? La generación de padres y abuelos de hoy se componían de familias de 5 hijos, 8 hijos, 10 hijos... ¿Qué ha pasado para que el cambio generacional sea tan drástico?
Ya digo que no creo que tener más hijos sea la única solución, si estos luego se ven obligados a marcharse. En cuanto a las familias numerosas, se debe obviamente a un cambio de mentalidad social que tiene mucho que ver con la incorporación de la mujer al mundo del trabajo. Antes, cuando las familias tenían diez hijos, varias generaciones de mujeres (abuelas, madres y las propias hijas mayores) estaban condenadas a dedicar su vida al cuidado familiar, sin que se les ofrecieran otros horizontes de realización personal. Hoy, afortunadamente, eso ha cambiado. La mujer, igual que el varón, tiene otras aspiraciones vitales, incompatibles muchas veces con el cuidado de los hijos, y puede elegir.
6. En absoluto la intención es juzgar estas situaciones desde un punto de vista ético o moral, pues se trata de un debate con muchos matices, y cada uno tiene sus circunstancias. Pero un paso importante sería hablar positivamente de la familia numerosa. ¿Qué piensas?
Me parece una opción que debe elegirse desde la libertad individual. No lo considero una obligación con la sociedad ni debe ser una imposición religiosa o moral. Insisto en que el mayor número de hijos no garantiza que se frene la despoblación ni que se corrija la crisis del mundo rural. El problema que nos afecta no es solamente demográfico, sino de concienciación sobre el mundo en el que queremos vivir. De educación, en definitiva. Cuando se creen las condiciones adecuadas para que vivir en los pueblos pequeños resulte una opción atractiva, habremos avanzado mucho.
7. Hace varias décadas que hay un mal concepto de la maternidad/paternidad y la familia tradicional. ¿No crees que la cultura también juega un papel importante para volver a ilusionar a los jóvenes presentando la belleza y la riqueza de tener niños, y las grandes ventajas de vivir en un pueblo? ¿Se está haciendo algo en este campo en los Pedroches?
No considero que haya un mal concepto sobre la maternidad o la familia tradicional. Lo que ha ocurrido es un cambio social general que afecta también a la familia. Se ha ampliado la tipología de familias posibles, creándose modelos alternativos al tradicional, hay mayor diversidad, y eso enriquece a la sociedad y favorece la libertad individual. Ahora tener hijos se considera una decisión propia, no una obligación o un destino inevitable al que te conduce el matrimonio.
Vivir en un pueblo tiene muchas ventajas, siempre que se mantengan unas condiciones mínimas de servicios públicos (educación, sanidad, dependencia, seguridad) y un horizonte laboral garantizado. Las políticas institucionales deberían conducirse hacia este objetivo, pero en la actualidad se observan actuaciones muy erráticas, pienso que como consecuencia de una desorientación que hay sobre cómo abordar este problema. Yo tampoco tengo la solución, quizás no la haya a corto plazo.
8. Otro tema es fijar la población joven en nuestra zona… Pero mientras haya niños habrá futuro… ¿Quieres añadir algo al respecto?
Me temo una vez más que los niños por sí solos no garantizan el futuro de nuestros pueblos, si tienen que emigrar en cuanto crezcan en busca de trabajo y estabilidad económica. Hay que buscar otras soluciones imaginativas, como lo que apunto de aprovechar el fenómeno migratorio. En los pueblos a veces tenemos la mente muy cerrada con lo nuestro propio y hemos de comprender que el mundo es muy grande y ofrece múltiples posibilidades. Hay que desterrar los discursos del miedo y la exclusión, no ver al emigrante como un enemigo que viene a robarnos lo nuestro, sino como un semejante que puede contribuir a nuestro bienestar. No sería de extrañar que en esta clave se escondiera alguna esperanza de futuro para nuestra tierra.
Agradecemos a Antonio Merino por el tiempo que nos ha dedicados respondiendo a estas preguntas.
Me ha parecido muy acertado Merino en casi todo.
ResponderEliminarY de acuerdo totalmente en acoger inmigrante que buscan mejor la vida para su familia.
Pero he constatado que allá dónde esta acogida ha sido más numerosa, Francia p ej., hay problemas.
Pienso si tal vez esta acogida como medida para repoblar no será a cambio de perder nuestra identidad, un poco o bastante
Y tb me preocupan las personas que opinan q el estado puede meterse en todo excepto en orientar a la población sobre la necesidad de tener hijos.
Nos marcan leyes educativas, nos dicen a q colegio han de ir nuestros hijos...