PARROQUIA SAN SEBASTIÁN DE POZOBLANCO

domingo, 9 de septiembre de 2018

Con Israel González Fernández: "Como familia en misión estamos llamados a llevar este tesoro a las periferias existenciales como ha repetido tantas veces el Papa Francisco"

No cabe duda que un testimonio nos hace bien a todos. Se escucha o lee mejor a un testigo que a un maestro… O como dice el Papa Francisco: “el Evangelio, la Iglesia, sin el testimonio es solamente humo…”

Aquí tenemos a otro matrimonio posoalbense, Israel y Mª José, que están fuera de misión.

1. Israel, eres psicólogo de profesión. Laboralmente te has movido en casi todos los campos de esta ciencia. Cuéntanos un poco tu trayectoria.

Aunque no hace muchos años que terminé los estudios de Psicología, el Señor en mi trayectoria profesional me ha ido regalando experiencias de todo tipo. Comencé a trabajar muy pronto, en unos años en los que había más posibilidades que ahora en mi profesión, aunque caracterizados por una estabilidad precaria. Por ello, he ido cambiando de labor conforme Dios ha dispuesto.  Aunque he trabajado en el ámbito educativo y en algunas ocasiones en la psicología más clínica o sanitaria como se denomina hoy en día, ha sido en la dimensión social donde más me he movido laboralmente: trabajé en un centro penitenciario, en una comunidad terapéutica de rehabilitación de drogodependientes, en centros de protección de menores, en programas con chicos inmigrantes, con personas discapacitadas, y en zonas o barrios marginados, por poner algunos ejemplos.
Parte de esta trayectoria también han sido los tiempos de desempleo o de paro, donde en varias ocasiones he podido comprobar tanto aún soltero como ya casado y con hijos como todo ha sido un regalo del Señor y hemos podido vivir felices en lo que él ha provisto.


2. ¿Por qué a la gente no le gusta escuchar, pero, eso sí, hace ya mucho que paga a profesionales para que la escuchen?

No me atrevería a afirmar si a la gente le gusta o no escuchar aunque sí es verdad que la “digitalización” y “virtualización” de nuestras vidas ha venido a mermar la capacidad de escucha real que tenemos las personas.
Sí puedo decir que la gente paga para que se le escuche como tú mismo expones, y es muy simple, tan simple como que todos pagamos para no sufrir. Hacemos lo impensable para rodearnos de comodidades y evitar cualquier tipo de sufrimiento. Y entre ellos se encuentran muchos, tanto de experiencias traumáticas, como de enfermedades o desórdenes psicológicos, como problemas relacionales o de diversa índole que atendemos los psicólogos. Simplificando mucho no es otro fenómeno que el buscar un bienestar o una felicidad que no tenemos, pero que en mi experiencia tanto profesional como vital he podido descubrir como esos sufrimientos tienen un sentido, y nos forjan y ayudan. Entender esto, que no es otra cosa que la aceptación de lo que me pasa, es el principio de cualquier proceso de curación, y por desgracia eso es un shock para muchas personas que buscan que los problemas o sufrimientos desaparezcan.


3. Algunos dicen que “de cerca nadie es normal”. ¿Tú que dices?

Yo te preguntaría a ti ¿Qué es lo normal? ¿Qué es la normalidad? La experiencia te enseña a comprender que pueden ser “normales” muchas personas con conductas completamente desordenadas o disruptivas. Por ponerte un ejemplo claro es normal que un chico o una chica desarrollen conductas agresivas para resolver los problemas o conflictos, que carezcan de habilidades para la vida diaria, que delincan o consuman cualquier sustancia, etc. si es lo que ven a su alrededor. Es decir, es normal que reproduzcan las mismas conductas y respuestas que sus padres, sus amigos o cualquier persona de su entorno. Por ello, yo no juzgo lo que veo según pudiéramos clasificarlo en normal o no. Lo que tenemos que entender es la importancia de hacerle llegar a la gente que es diferente “a la norma”, es decir a la mayoría, que existen otras posibilidades, que se puede actuar de otra manera, que se pueden resolver los problemas siguiendo otros pasos. Realmente, yo me he dado cuenta de muchas gracias que he tenido en mi vida y no he sabido ver hasta que no me he encontrado con personas con dificultades y que las han tenido simplemente por nacer en una familia o en una zona en concreto.

4. Muchos que han perdido la fe y se han alejado de la iglesia actualmente buscan el bienestar psicológico, la paz mental y espiritual en cursos de meditación, libros de autoayuda, que son los más vendidos... ¿Por qué este fenómeno?

Sabemos que todas las personas tenemos un sentido a la trascendencia. En mi labor profesional me ayudó mucho conocer la figura de Víctor Frankl, un psiquiatra judío que sobrevivió al exterminio nazi en Auschwitz y que sobre el análisis existencial que las personas nos hacemos ahondaba en que la vida permanece con sentido siempre. Y permanece con sentido no a pesar de los sufrimientos, sino gracias a ellos. ¡Qué complicado entender el sufrimiento de los inocentes! Sin embargo, esto a mí la Iglesia me lo ha enseñado desde muy pequeño gracias a nacer en una familia cristiana y poder vivir junto a unos hermanos la fe en una comunidad cristiana. Entender el sufrimiento de un inocente, de Jesucristo, por mí tal y como soy, ha sido y es el centro y guía de ese análisis existencial.
Hay muchas personas huérfanas de respuesta ante esto, de no saber para qué viven, y ahí tenemos tantos suicidios y tantos divorcios, algo que las personas buscan rellenar con una autoayuda u otras experiencias que pueden estar más o menos de moda pero que sin intención de menospreciar considero que sólo aportan una respuesta alienada y temporal.

5. Actualmente estás encargado de todas las obras sociales, del sur de España, que llevan adelante los Hermanos de la Salle. ¿Cómo haces este trabajo?

Sí, actualmente desarrollo mi labor profesional en La Salle, y concretamente en la parte más social y menos conocida de los Hermanos de La Salle.
Realmente no puedo sino dar gracias a Dios por este trabajo, ya que surgió una vez que confirmamos la llamada del Señor a la misión en un destino concreto y que suponía renunciar o dejar el trabajo que tenía hasta el momento. Ellos me ofrecieron seguir vinculado a la familia Lasaliana, en una experiencia nueva tanto para ellos como para mí. Nosotros vivimos en Jaén y yo trabajo en mi casa, desde la que me mantengo en contacto con todas las obras sociales que existen en el sur de España. A través de las facilidades que hoy existen del mundo tecnológico, el Señor ha provisto en la misión de un trabajo que me fascina y que como la vida del cristiano es nuevo cada día.

6. Lleváis ya dos años viviendo en Jaén como familia en misión. ¿Cómo surge esta inquietud y esta disponibilidad para evangelizar en cualquier parte? ¿Cómo ha cambiado esto vuestra vida?

En muchas ocasiones te preguntas eso mismo, cómo surge la vocación a la misión. Y la respuesta siempre, mires por donde mires es Jesucristo. Explicaba antes en qué trabajaba y con qué personas. Esta experiencia me hizo descubrir todas las gracias que Dios había puesto en mi vida, y que muchas veces no las había visto así, y entender que hay muchas personas que no han descubierto que otra vida es posible, que hay uno que te ama tal y como eres, que ha dado su vida por ti, y que es Cristo. Descubres de este modo como todo es gracia, los estudios, el trabajo, el estar casado, los hijos, todo. Y un poco de ahí nace la vocación, al menos en mi caso, de haberme dado cuenta de lo necio que era todo el día en mis cosas, en mis afanes, cuando hay tanta gente sufriendo a nuestro alrededor que necesitan escuchar esto.
Y nuestra vida allí ha cambiado y no ha cambiado, y esto es algo que estamos entendiendo poco a poco. Nosotros vivimos igual que lo hacíamos en Córdoba, pero sin embargo el Señor ha ido ordenando poco a poco muchas cosas: dejar atrás trabajo, casa, colegio para las niñas, familia, hermanos de la comunidad, amigos etc. y descubrir cómo el Señor va proveyendo de todo lo que necesitas te hace ver qué es lo importante, te ayuda más a comprender a las personas con las que nos relacionamos ahora.

7. ¿Qué es lo que ofrece, aporta o hace vuestra familia allí en Jaén? ¿Cómo evangelizáis?

Nosotros, como cualquier familia misionera en cualquier parte del mundo intenta ser signo del amor de Cristo, manifestado en acontecimientos muy concretos de nuestra vida como en el matrimonio y sus dificultades, en la enfermedad y la muerte y cómo el Señor te ayuda a afrontarlo, de la vida en precariedad y en tantos otros. Los mismos acontecimientos que tienen las personas que nos rodean pero con la diferencia de que no han conocido a Jesucristo. A lo mejor van a misa, algunos, o han recibido una herencia cultural o en la familia donde saben quién es Dios, pero carecen de esa experiencia de Cristo resucitado verdaderamente hecha carne en la propia vida. Eso es a lo que estamos llamados, esa es la evangelización. Y ¿Cómo lo hacemos? Pues como la Iglesia, a través del Camino Neocatecumenal nos va enseñando. Viviendo esto en una comunidad cristiana, con un grupo pequeño de personas de una ciudad que nosotros no hemos elegido y donde se pueden dar los signos de la fe, es decir, donde se puede ver el amor entre personas completamente diferentes y extrañas entre sí.
Como familia en misión estamos llamados a llevar este tesoro que tenemos a los más pobres, y no sólo a los pobres materiales, sino a aquellos que están más alejados del Señor, a las periferias existenciales como ha repetido tantas veces el Papa Francisco.

8. ¿Qué le dirías a un matrimonio que quieren separarse porque dicen que se acabó el amor?

Durante muchos años estuve atendiendo a familias y matrimonios en Centros de Orientación Familiar en Córdoba. Ante tu pregunta recuerdo tantas veces que escuché esa expresión “se nos acabó el amor”. ¿Qué digo yo? Que evidentemente que se acabó. Que ese amor romántico, superficial, se acaba, y se acaba porque es humano. Si el matrimonio es verdadero y es para siempre no se puede vivir sino es con Dios. Nadie puede amar realmente, es decir, nadie puede querer el bien del otro antes que el suyo propio si no ha tenido antes esa experiencia, y esa experiencia sólo viene de uno que ha muerto por ti y por mí sin nosotros merecerlo ni haber hecho nada. Esa experiencia trasladada a la vida matrimonial y lo que hace duradero el matrimonio, el apoyarse cada día nuevamente en el Señor para poder querer al que tienes al lado, para poder aceptarlo como es y para poder donarte. Y por desgracia eso no se puede hacer en soledad o según los consejos de los familiares o los profesionales. La vida del matrimonio como la vida de la fe se tiene que vivir en comunidad cristiana, con otras personas que pasan por los mismos problemas y dificultades que tú y donde ves como el Señor actúa y cómo todo es gracias a él. Eso es lo que les diría, que evidentemente que su amor se acaba, pero el del Señor no, y eso lo van a descubrir cada día en ellos y en otras personas.

9. Dinos unas palabras de ánimo para poner en valor la fe que hemos recibido en la Iglesia.

Pues no puedo sino compartir las palabras que San Juan Pablo II nos dirigía hace años en Cuatro Vientos, en Madrid: ¡Que vale la pena dedicarse a la causa de Cristo! Que los sufrimientos y dificultades que podemos vivir no son nada comparado con las gracias que nos da el Señor como escribe San Pablo. Que merece la pena seguir al Señor, que merece la pena no vivir para ti, que merece la pena dar lo poquito que nosotros somos porque mi familia y yo hemos experimentado que Cristo nos ha salvado, que seguimos siendo familia gracias a Él y que no hemos perdido nada, sino todo lo contrario, que Dios le ha dado un sentido nuevo y muchísimo más grande a nuestra vida.

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