Javier, en el centro ocupacional de Prode |
Con la familia |
Soy Javier Castilla el tercero de 6 hermanos en la tierra y 6 en el cielo, tengo 20 años y entré en el seminario Redemptoris Mater el 17 de octubre del 2017, mi experiencia de cómo me sentí llamado y como es mi vida desde que estoy en el seminario es la siguiente:
Desde que yo era chico siempre he tenido envidia de mi hermano pequeño porque a mis ojos pensaba que era mejor que yo, más listo, más gracioso, …etc. Intentaba ser como él, que la gente me hiciese caso y me quisiese, pero cada uno es como es y yo evidentemente no podía ser como mi hermano, asiqué para llamar la atención desde chico decidí ir siempre a contracorriente de mi familia, ir a mi bola, portarme mal, no esforzarme en los estudios y sobre todo perdiendo esa relación con mis padres, siendo incapaz de hablar con ellos de mis problemas y de mi vida en general. Mi vida la enfocaba exclusivamente a intentar ser alguien, empecé a tocar la guitarra para evadirme de mis problemas, de mi casa y que la gente me conozca por lo bien que toco la guitarra, también estaba entrenando varios equipos de futbol sala y organizando todo lo que podía dentro del club en el que estaba para ser importante. En definitiva, buscaba la felicidad en todo lo que me rodeaba, pero nada me saciaba. En mi vocación ha influido mucho mi familia, siempre he ido a misa con ellos, pero llegue a un punto en el que me lo sabia todo y pensaba que nada de la iglesia podía ayudarme ya que todo lo que se decía yo ya lo sabía, pero viendo esa paciencia de mis padres conmigo a pesar de toda la guerra que he dado desde chico, siempre me han dado libertad, me han dicho las cosas, sin imponerme nada, solamente ellos me lo decían, sabiendo muy inteligentemente que eso a mi se me quedaban en el fondo hasta el momento necesario. Recuerdo que antes de irme al seminario mi padre me dijo que el veía que yo tenía vocación y que debería pensarme irme al seminario, el Señor me estaba llamando, pero yo no quería darme cuenta, eso me lo dijo una vez y no volvió a decírmelo más, dejando en mi un sello. Mi vida a los ojos de cualquiera podía ser una buena vida, dinero, deporte, una carrera, amigos…etc. Teniendo todo eso yo no estaba contento, seguía mal en mi casa y mal en mi vida, hasta que atreves de mis catequistas y de mis padres descubrí que hay uno que me quiere tal y como soy, uno con el que no necesito aparentar ser nadie, sino yo mismo y mis imperfecciones, vi que Dios me quiere y que con él no me voy a sentir insatisfecho nunca, ese vacío que yo intentaba completar con todas las cosas que hacía solo él podía saciarlo y lo puedo contar no como si fuese palabrería sino totalmente convencido porque es lo que estoy viviendo desde que estoy en el seminario, toco menos la guitarra, hago menos deporte, no estudio lo que me gusta y a pesar de todo eso el Señor me tiene contento, porque esa es mi experiencia de que me sacia con poco que tengo en comparación a como vivía antes. Para acabar puedo decir que este cambio de vida, este decirle: sí, sí a la voluntad que Dios, me ha regalado el poder tener una relación diferente con mi familia, puedo hablar con ellos, puedo quererlos y sobre todo echarlos de menos, algo que era impensable para mí. Esa es mi experiencia de como Dios me ha sacado de la oscuridad y de mi comodidad en la que vivía.
Con los niños de la catequesis |
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