Aprovechemos estos días para acercar a los más pequeños, a nuestros hijos, de una manera sencilla a los misterios más profundos de nuestra fe.

Los más pequeños de la casa, normalmente, no participan del Triduo Pascual en la Parroquia. Pero en la casa, en el ambiente familiar, a través de pequeños signos se les puede ayudar a vivir estos días como lo que es, unos días muy especiales para crecer en la fe y el amor a Dios.

Llevad a los niños a todas las procesiones que podáis, son verdaderas catequesis para ellos si se les explica lo que representa cada imagen...

Jueves Santo: hacer una cena especial con los niños. Explicarles que Jesús antes de morir se reunió con sus apóstoles (a los que Él eligió para que lo acompañaran en su misión) para dejarles dos regalos muy importantes: el sacramente del Orden y la Eucaristía.

El Viernes Santo: poner en el lugar más visible del salón de la casa una cruz, y ese día ayunar de quejas, de postre, o de jugar con la tablet o algún dispositivo móvil. Esto les educará sobre el significado de la mortificación, del sufrimiento, la renuncia… y que todo eso tiene su fruto, su recompensa. Si uno no está dispuesto a sufrir un poco en la vida nunca logrará hacer nada importante… Todos estamos acostumbrados a vivir muy regaladamente, cómodamente...

Sábado Santo: hacer en familia una oración a la Virgen, explicándoles que así le acompañamos en su Soledad, porque su Hijo reposa en el sepulcro esperando la resurrección. Todos los sábados del año es día de la Virgen María, en memoria de este día: del sábado santo.

Se les puede invitar a realizar acciones concretas, como visitar a algún conocido, familiar o vecino que está solo o enfermo.

Domingo de Resurrección: Hacer un almuerzo de celebración, que los niños vean que no es un domingo como los demás, sino que algo especial pasa… Y es que celebramos que Jesús resucitó. La cruz es temporal, pasa… lo definitivo es la vida, la fiesta.