PARROQUIA SAN SEBASTIÁN DE POZOBLANCO

lunes, 9 de octubre de 2017

Imágenes del macro-encuentro de laicos en Córdoba y resumen de la homilía del Obispo

Esperando la celebración de la Eucaristía
"Es urgente recuperar el valor permanente de la familia, como nido del amor, donde el hombre y la mujer, unidos por un amor perpetuo y para siempre, bendecidos por Dios en el sacramento del matrimonio, están abiertos generosamente a la vida, repoblando nuestros pueblos y ciudades. Cómo no darnos cuenta de la enorme catástrofe que supone el invierno demográfico, donde no alcanzamos la tasa de natalidad necesaria para sobrevivir. Es preciso superar el egoísmo de una la mentalidad antinatalista, que deriva en anticoncepción, en aborto procurado, en considerar al hijo como un capricho. Los hijos siguen siendo un don de Dios. Los hijos son engendrados, no fabricados. Desde todas las instancias hemos de colaborar en fortalecer los lazos familiares, que son los que dan cohesión a la sociedad y hacen felices a las personas…. La familia no es un problema, la familia es la solución.
Escuchando atentamente al obispo. Y como siempre,
habla alto y claro...

En el campo de la educación, no podemos aceptar el principio totalitario de una “escuela única, pública y laica” para todos. Los padres son los primeros responsables de la educación de sus hijos y tienen derecho a la libertad en la educación para educar a sus hijos según sus propias convicciones, también según sus
convicciones religiosas. Los hijos son antes de los padres que del Estado, y no podemos admitir la ideologización, que puede generar verdaderos monstruos, si no se atiende a las exigencias biológicas y al desarrollo normal de nuestros hijos.

El motor que mueve la historia y es capaz de transformarla alumbrando un mundo nuevo es el amor, no el odio. No necesitamos adoptar el método marxista para el análisis sociológico o para inyectar utopía en la sociedad de nuestro tiempo, suscitando la lucha de clases, alimentando el odio de unos contra otros y el conflicto permanente. No. Tenemos el gran mandato de Jesucristo: “Amaos unos a otros, como yo os he amado” (Jn 13,34), y para eso nos ha dado su Espíritu Santo. Un amor que nos desinstala de nuestras posturas burguesas y nos pone a la altura de nuestros hermanos más pobres y necesitados… El odio, por el contrario, separa y establece barreras, genera rupturas y enfrenamientos. Elegid siempre, queridos hermanos, el camino del amor y llevadlo hasta sus últimas consecuencias. Estamos viendo hasta donde llega el odio cuando se instala en la convivencia de nuestra patria.

Un selfi con Apolonia

Quién ha dicho que la Iglesia tiene una presencia insignificante en nuestra sociedad? Qué institución es capaz hoy de reunir a tantas personas como las que estamos aquí? Somos acaso un grupo residual? Somos una minoría étnica? No. Somos muchos, y muchísimos más que no han podido llegar hasta aquí hoy. Esta muchedumbre inmensa es de una calidad humana superlativa, es de lo mejor de nuestra sociedad. Y lo somos para servir la causa del Evangelio".

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