Celebrando el domingo |
Pedro intentaba ser generoso a lo humano y Jesucristo le elevas al nivel sobrenatural, a lo divino. Dios es infinitamente misericordioso. En Cristo se nos ofrece la naturaleza divina.
A veces puedes pensar que lo que te han hecho es imperdonable, y no te das cuenta de que eso -que te parece enorme- son calderillas comparado con los millones que Cristo te ha perdonado muriendo en la cruz. «Lo que Dios te ha hecho a ti, ház tú al otro».
Cuando no hay perdón nuestras relaciones se envenenan, se crea una relación cada vez más distante, superficial y surgen resentimientos que es el cáncer del amor y de la comunión.
Para perdonar es muy conveniente pensar bien de los otros, aunque parezca difícil. Dice San Bernardo: «Aunque viereis algo malo, no juzguéis al instante a vuestro prójimo, sino más bien excusadle en vuestro interior. Excusad la intención si no podéis excusad la acción. Pensad que lo habrá hecho por ignorancia, o por sorpresa, o por desgracia. Si la cosa es tan clara que no podéis excusar ni su acción ni su intención, aun entonces creed y decid para vuestro interior: la tentación habrá sido muy fuerte».
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