Padre de los pobres, Dador de las gracias, Luz de los corazones, Consolador óptimo, dulce Huésped del alma, son algunos de los nombres con que se invoca al Espíritu Santo en la secuencia de la misa de Pentecostés, Veni Sancte Spiritus. La inhabitación del Espíritu Santo en el alma en gracia, del dulce Huésped divino que se asienta en lo más íntimo de nuestros corazones, es una realidad extraordinaria de la vida cristiana.
¡Que ella, la Virgen María, nos ayude a recibir este Don de los dones!
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