PARROQUIA SAN SEBASTIÁN DE POZOBLANCO

jueves, 27 de octubre de 2016

¡Católicos, enterrar a los difuntos es una obra de misericordia!

Ha sido noticia estos días el documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre la Sepultura de los Difuntos, “Para resucitar con Cristo”.

Hacemos un pequeño resumen sobre el tema, y además estando muy cerca de la solemnidad de Todos los Santos y de la conmemoración de los Fieles Difuntos todo lo que tiene que ver con la muerte y con el trato dispensado a los muertos, no solo está relacionado con la fe cristiana, sino que tiene, obviamente, un profundo sentido antropológico.

 La Iglesia no es contraria a la incineración de los difuntos, que se ha extendido por razones higiénicas, sociales o económicas, pero recomienda, esto no es ninguna novedad, que los cuerpos de los difuntos sean sepultados en los cementerios u otros lugares sagrados, porque así se expresa más visiblemente la fe en la resurrección de la carne. Se trata de recordar el itinerario de Cristo: muerto, sepultado y resucitado de entre los muertos.

La fe de la Iglesia profesa, ante todo, la Resurrección de Cristo y, también, la resurrección de los muertos. ¿Qué significa hablar de resurrección? Significa, esencialmente, que el alma y el cuerpo, que se separan en la muerte, volverán a unirse en una existencia nueva que supera la muerte. Es decir, el hombre entero, cuerpo y alma, está destinado a vivir para siempre.
La sepultura en los cementerios o en otros lugares sagrados asegura, un “lugar” para la memoria, donde se pueda llorar, recordar y orar por los difuntos, y además, el debido respeto que merecen los cuerpos de aquellos, que han sido convertidos, por el Bautismo, en templos del Espíritu Santo. El Cristianismo es la religión de la Encarnación. En la concepción antropológica cristiana, el cuerpo no es una cárcel ni un vestido del que deba despojarse para buscar otro nuevo. El ser humano es una unidad sustancial de cuerpo y alma, de manera que la promesa de salvación de Jesucristo se dirige al hombre entero, sin excluir su corporeidad.

En caso de que ustedes decidan incinerar a sus difuntos, las cenizas deben mantenerse en un lugar sagrado  para asegurarse de que rezarán por ellos y de que tratarán con respeto sus restos mortales. Yo creo que esto no es pedir tanto… Desde siempre enterrar a los muertos ha sido y sigue siendo una “obra de misericordia”.

¿Pueden conservarse las cenizas en el hogar? La respuesta es: mejor que no; mejor, de ordinario, en un lugar sagrado.
Últimamente, más allá de la incineración, se han ido extendiendo diversas prácticas que oscurecen la fe cristiana en la resurrección de los muertos y el respeto debido a los retos mortales de los difuntos : la aventación de las cenizas en el mar o en la sierra, en la maceta de la casa, la conservación de las mismas en los hogares, la división de las cenizas entre los seres queridos, la transformación de las cenizas en recuerdos conmemorativos o piezas de joyería, (hay que ver la imaginación que tienen algunos) etc…Todo esto está totalmente fuera de lugar. Se pide el máximo respeto a los restos del difunto. Para nosotros los católicos la dignidad del cuerpo no desaparece con la muerte.

 Dice el documento de la iglesia: “En el caso de que el difunto hubiera dispuesto la cremación y la dispersión de sus cenizas en la naturaleza por razones contrarias a la fe cristiana, se han de negar las exequias (el funeral en la parroquia), de acuerdo con la norma del derecho”.
No se trata de caprichos o de un apego a ciertas formas culturales. También la forma de afrontar la muerte, personal y públicamente, expresa la novedad llena de esperanza que constituye la presencia cristiana en la sociedad. “¡Católicos, no os dejéis robar la resurrección de la carne!”, escribía hace unos años un escritor agnóstico. Pues eso, lo mismo digo… nuestro cuerpo también ha sido salvado por Cristo de la muerte eterna.

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