PARROQUIA SAN SEBASTIÁN DE POZOBLANCO

domingo, 6 de septiembre de 2015

Domingo XXIII: "Llamaste y clamaste, y rompiste mi sordera: brillaste y resplandeciste, y fugaste mi ceguera; exhalaste tu perfume y respiré, y suspiro por ti; gusté de ti, y siento hambre y sed; me tocaste y me abrasé en tu paz."

   En los textos Proféticos del AT, la sordera y la ceguera representaban la resistencia por parte del pueblo a la palabra de Dios anunciada por los profetas.
"Le  llevaron un sordo que hablaba con dificultad, y le suplicaron que le imponga las manos”. El sordo es  llevado por otras personas anónimas, no toma la iniciativa para acercarse a Jesús ni tampoco pide ser liberado de ese problema. Esto significa, que en la figura del sordomudo, el evangelista señala la falta de conciencia del que se encuentra en esta situación, de estar cerrado al mensaje de Jesús. La falta de conciencia e incluso el no querer cambiar esa actitud; no está interesado en salir de la sordera. “No hay peor sordo que aquel que no quiere oir”
Jesús "apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos, y con su saliva le tocó la lengua". La primera acción de Jesús es apartarlo de la multitud.  Geográficamente la región a la que hace referencia el Evangelio de hoy, es una zona pagana de una enorme confusión religiosa, como nuestra sociedad actual. Para curar a este sordo que apenas podía hablar lo separa de la gente y en la intimidad, y en la soldad con Él lo va sanar. En el trato cercano con Cristo este hombre encontrará la salud. Este hombre estaba sordo porque estaba aturdido por tantas voces, por tantos ídolos… El evangelio habla de un milagro físico, pero hay  una sordera que se produce cuando se escucha muchas voces. Con frecuencia nos encontramos con personas  totalmente cerradas, impermeables como sordas donde las palabras y las razones chocan contra una muralla.
 
 ¿Qué es casarse? ¿Qué es amar? ¿Qué es una familia? ¿Qué vale la pena y que no? ¿Qué piensan la mayoría, hoy, del aborto, la pureza, etc…? Uno descubre con tristeza que la inmensa mayoría no es capaz de hilar un argumento, lo único que  hacen es repetir lo que han oído infinidad de veces y de muchas maneras en los medios de comunicación… Se quedan en prejuicios y no hay interés en profundizar en la verdad. Esto es una sordera. Estamos perdiendo capacidad para buscar la verdad.
 
    Estamos desarrollando una generación perfectamente sorda para las cosas esenciales de la vida, una juventud paulatinamente incapaz de oír el llamado de Dios, y cuando quiere hacerlo, tartamudeando en las falsas religiosidades de nuestra época o perdidos en la oferta de un cristianismo light...
   Cristo curó a este hombre llevándolo aparte. Este es el llamado del Evangelio: saca tiempo para estar a solas con Jesús, tu tiempo precioso para estar con el Señor, para conocerlo mejor, y se te abriran los oídos a lo humano, a lo bello, a lo alegre, a lo bueno, a Cristo, el Señor.

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