La pequeña escalera de casa, era el lugar donde pasaba
grandes ratos contemplando el cielo, imaginando,… allí consultaba
con “Alguien” sobre mis anhelos…
Decía S. Juan Pablo II que “sabemos buscar a Dios desde niños...”
Aquella era entonces mi forma de buscarlo. Hoy, soy la hermana Mª Dolores, consagrada al Señor en el Monasterio de las hermanas
Concepcionistas Franciscanas de Hinojosa del Duque, Córdoba.
De niña, vivía el presente con alegría, pero, cuando fui creciendo comencé a vivir solamente del
futuro. En mi futuro había ciertos
proyectos: trabajar, formar un matrimonio cristiano, entregarme a mis hijos… En
mi proyecto también estaba educar mis hijos en la fe. La fe que yo había recibido
de mis padres y que continuó madurando en la Iglesia a través del Camino
Neocatecumenal, al que el Señor me llamó a los diecisiete años en mi pueblo
natal, Villanueva de Córdoba. Pertenecí a algunas otras comunidades de Córdoba
durante mis estudios y finalmente a la Parroquia San Sebastián de Pozoblanco.
Este camino me enseñó a descubrir mi historia a la luz de la Palabra de Dios.
Pero
la fe que vivía, era aún una fe heredada.
Veía el “hacer” de Dios en los demás: en el noviazgo cristiano de mi
hermana, en el salir de sí de aquellas
familias que se entregan a la misión o en aquellos que pierden su vida por la
donación sacerdotal; pero,¿dónde estaba mi lugar…? Vivía dejándome llevar de
esos proyectos, pero, cuando se empezaban a hacer realidad: un trabajo, un
novio,…en mi interior sentía: “son planes limitados, hay Alguién más que quiere
llenar tu ser”
En
ese tiempo, me puse en manos de mi Madre la Iglesia, y en un simple acto de abandono…. “crucé los muros de un monasterio”. Era una
tierra desconocida, pero en aquel momento sentí el“hacer de Dios“dentro de mí,
redescubrí el ser hija de Dios profundamente amada tal y como era.
Después
de una simple experiencia, en la que aún
me resistía a la posibilidad de ser religiosa, ya que ello nunca había entrado
en mis planes; descubrí detrás de
aquellos muros, almas modeladas para un
designio amoroso de Dios en busca del hombre.
Irradiaban
alegría y transmitían la luz de un Dios que vive, Jesucristo y envuelta en su
misterio comencé un nuevo camino.
Este seguimiento se hace de momentos presentes
llenos del “hoy”, y a la vez cada segundo de la vida, se transforma en un
tiempo de eternidad:
Si has estado enamorado/a, el amor
está en ti, y el deseo de encuentro está en todo lo que haces. Aunque no lo
veas, aunque vivas desde la distancia, no puedes dejar de pensar en el amor;
así anhela vivir mi ser, hacer lo cotidiano pensando en Jesucristo y en su
deseo de búsqueda hacia todo el hombre.
Mi
ser de consagrada en la Iglesia, es seguimiento de Cristo, desde la forma de
vivir de María Inmaculada, al estilo, espiritualidad y carisma de Santa Beatriz
de Silva.
María es la que
sostiene cada día mi “sí”, junto a Ella prolongo el grito redentor de Jesucristo:“que ninguno
se pierda”.
Mi vocación es un gesto inmenso de la misericordia de
Jesucristo, que me ha elegido amorosamente para que llegue la salvación de Dios
a cada hombre.
Hna.
Mª Dolores Higuera Escobar.
RR.
MM. Concepcionistas Franciscanas.
Hinojosa
del Duque (Córdoba).
Nos alegra y anima tu testimonio...
ResponderEliminarLe pedimos al Señor que siga suscitando, en la Iglesia y nuestra parroquia, vocaciones a la vida consagrada.