Celebración de envío de los colaboradores de las distintas pastorales de la Parroquia. |
“El Espíritu Santo derrama santidad por todas partes, en el
santo pueblo fiel de Dios, porque fue voluntad de Dios el santificar y salvar a
los hombres, no aisladamente, sin conexión alguna de unos con otros, sino
constituyendo un pueblo…
Me gusta ver la santidad en el pueblo de Dios paciente: a
los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que
trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos, en las religiosas
ancianas que siguen sonriendo. En esta constancia para seguir adelante día a
día, veo la santidad de la Iglesia. Esa es muchas veces la santidad «de la
puerta de al lado», de aquellos que viven cerca de nosotros y son un reflejo de
la presencia de Dios, o, para usar otra expresión, la clase media de la santidad.
Para ser santos no es necesario ser obispos, sacerdotes,
religiosas o religiosos. Muchas veces tenemos la tentación de pensar que la
santidad está reservada solo a quienes tienen la posibilidad de tomar distancia
de las ocupaciones ordinarias, para dedicar mucho tiempo a la oración. No es
así. Todos estamos llamados a ser santos viviendo con amor y ofreciendo el
propio testimonio en las ocupaciones de cada día, allí donde cada uno se
encuentra. ¿Eres consagrada o consagrado? Sé santo viviendo con alegría tu
entrega. ¿Estás casado? Sé santo amando y ocupándote de tu marido o de tu
esposa, como Cristo lo hizo con la Iglesia. ¿Eres un trabajador? Sé santo
cumpliendo con honradez y competencia tu trabajo al servicio de los hermanos.
¿Eres padre, abuela o abuelo? Sé santo enseñando con paciencia a los niños a
seguir a Jesús. ¿Tienes autoridad? Sé santo luchando por el bien común y
renunciando a tus intereses personales.
Celebración de envío. |
…En la Iglesia, santa y compuesta de pecadores, encontrarás
todo lo que necesitas para crecer hacia la santidad. El Señor la ha llenado de
dones con la Palabra, los sacramentos, los santuarios, la vida de las
comunidades, el testimonio de sus santos, y una múltiple belleza que procede
del amor del Señor, «como novia que se adorna con sus joyas» (Is 61,10)”. (El llamado a la santidad en el mundo actual del Papa Francisco)
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