1. ¿Qué hace un murciano en Pozoblanco?
Pues eso digo yo! Je,je. Llevo aquí 8 años desde que me casé con Carmen. El Señor me hizo venir a esta tierra de los Pedroches, por medio de un joven de Dos Torres que fue a estudiar a Murcia y recayó en mi piso. Nos invitó a conocer su tierra (yo nunca antes había oído hablar del Valle de los Pedroches). Un verano vine junto con dos amigos; su familia nos acogió y aquí conocí a Carmen. Tras un tiempo de noviazgo me vine, dejé mi tierra, familia y amigos y nos casamos. De todo este proceso he visto como el Señor va poniendo personas que en un momento parece que no son importantes pero que son capitales en tu historia.
2. ¿En qué consiste tu trabajo?
Actualmente yo trabajo en CICAP, que es un centro tecnológico aquí en Pozoblanco. Este centro tiene como misión la innovación y la transferencia de conocimientos tanto a empresas del sector agroalimentario como a ganaderos. Dentro del centro hay también una parte que son los laboratorios; ahí es donde yo trabajo realizando análisis de alimentos como leche, carnes, embutidos… o materias primas y piensos.
3. ¿Cómo definirías a los tarugos si te lo preguntaran en Murcia?
Una pregunta difícil porque siempre generalizar es equivocarse. Yo ahora me siento uno más pero al principio me costó integrarme. Los tarugos son buena gente, muy amantes de su tierra y sus costumbres. Al principio me parecieron cerrados de carácter, pero con el tiempo, he ido descubriendo gente muy trabajadora, servicial y de gran corazón.
Yo por otra parte me reconozco un privilegiado porque desde que llegué he participado en la vida de una comunidad de hermanos en la fe, y de alguna manera son como mi familia aquí.
4. ¿Por qué crees que las familias con tres hijos o más son hoy una excepción?
Bueno pues, primero porque lo dicen los datos estadísticos: la tasa de fertilidad en España es de 1.34 hijos (2016), la más baja, o de las más bajas de Europa. También es algo que yo veo cuando voy al parque o cuando nos movemos por los lugares en los que estamos los padres con niños pequeños. En las conversaciones en general se percibe como que el tercer hijo es un obstáculo insuperable para muchos padres o un sacrificio muy grande.
A Carmen y a mí el Señor nos ha regalado cinco hijos hasta ahora. Y no es que seamos mejores o tengamos especiales cualidades. Las gracias para criar a los hijos veo que nos las da Dios, como a todos.
Nuestra última hija nacerá Dios mediante en noviembre; nuestra primera hija falleció antes de nacer y los otros tres Carmen, Lucía y José Miguel son una bendición. Nuestra segunda hija Lucía nació con un síndrome y nos ha supuesto una dedicación especial entre hospitales y terapias; pero la mejor terapia que yo he visto para ella han sido los hermanos: tanto su hermana mayor como, y especialmente, su hermano menor han sido y siguen siendo para ella un estímulo enorme. Por ejemplo, cuando ella contaba con 2 años llegó a casa el hermano pequeño; de alguna manera notó que ya no era ella el centro, espabiló y evolucionó. Aprendió a comer viendo que el hermano “devoraba”… y así con muchas cosas.
Nuestra familia es grande pero no es de las más grandes. Veo otras familias con 6, 7..10 hijos y ahí van con dificultades pero contentos. Quizás alguno piense que los hijos van a estar traumatizados por tener muchos hermanos, andar justitos de recursos o por tener que compartirlo todo, pero yo creo que los traumas dañinos para los niños vienen cuando sus padres se separan.
5. ¿Compensan los sacrificios que supone una familia numerosa?
¡Claro que compensa! Pero es una lucha diaria. Son muchos los sacrificios, las renuncias al ocio y los cansancios cuando se está criando a los hijos, pero todos esos yo los veo superados en tantas otras cosas, en su desarrollo, en sus alegrías, en sus abrazos y besos… en cómo aceptan con sencillez la vida, en como son capaces de perdonarme mis errores, mis defectos… es increíble. Yo que pensaba que lo mismo no podía tener hijos.
Dicho de otra manera: la vida de cada uno de mis hijos no tiene precio y ese valor da también valor y sentido a mi vida (y a la de todos y cada uno de los padres). Ser padre y marido para mi es una misión, y en función de que yo me entregue a esa misión mi vida es feliz o no.
6. Carmen y tú pasaron por una de las experiencias más dolorosas, que es enterrar a un hijo. ¿Cómo se vive esto cuando se tiene fe?
Siempre digo que si me hubieran anunciado que mi hija en el octavo mes de gestación iba a morir, me hubiera vuelto loco, porque con la inteligencia no puedo comprender que una vida que está viniendo se termine. Sin embargo mi experiencia es que en medio de este dolor inmenso Carmen y yo pudimos vivirlo con Paz. ¿Cómo?. Yo sólo recuerdo que no paraba de pensar en el cielo y de alguna manera la veía allí. “Un angelico en el cielo” junto con la Virgen. De este primer embarazo nos enteramos en Fátima y allí ofrecí interiormente a mi hijo ó hija a la Virgen. Aquel gesto ha supuesto para mí una garantía y un consuelo.
Recuerdo también las palabras del cura Juan en el entierro de nuestra hija, palabras de consuelo y de esperanza en el cielo. También estuvimos siempre acompañados por la familia y los hermanos de comunidad. Nunca solos. El vivir este acontecimiento dentro de la comunidad ha sido una ayuda para nosotros porque sentimos el apoyo en la oración y en un refuerzo en la fé y el amor de los hermanos con la ternura con la que nos cuidaron.
7. ¿No te enfadaste con Dios?
Gracias a Dios no, ni en ese momento ni después; ni tampoco con el médico que no le hizo la cesárea un días antes. Esta actitud veo que no viene de mí, pues yo tiendo a ser justiciero. Más reconozco que Dios nos puso en esta prueba y él nos cuidó también el corazón. Pues me regaló el perdonar de corazón.
Con todo esto he visto que la vida viene de Dios y que los sanitarios por mucho amor que le tengan a la vida y vocación de sanar que tengan, no disponen de la vida de ninguna persona.
Posteriormente hemos vivido el traslado grave en ambulancia de dos hijos recién nacidos al hospital de Córdoba, y el anuncio de que la vida de Lucía podía ser de días. En esos momentos nos apoyamos en esta fé y bautizamos a la niña. Hemos tenido bastantes pruebas en lo que es salud de los miembros de la familia. La última ha sido la operación de Carmen embarazada de 5 meses.
Enfín la vida está en manos de Dios. Esto para mí no es teoría.
8. Unas palabras para todos los que se han casado recientemente en la parroquia.
Ya seguro han recibido muchas palabras. Yo comparto con ellos su alegría.
Yo veo que nuestro matrimonio funciona cuando tenemos cada día presente al Señor, que nos enseña a querernos y a perdonarnos, cuando rezamos, santificamos el matrimonio y participamos de los sacramentos. Yo veo que el matrimonio es un camino que se emprende juntos que está lleno de pruebas y de frutos y que, aunque existan riñas, discusiones, etc, con el Señor, como enseña la Iglesia, se puede volver a empezar a vivir el matrimonio como algo original.
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